San Juan: crecen las denuncias contra la Barrick Gold

Según los trabajadores, aumentaron las enfermedades letales desde que la minería a cielo abierto se instaló en la provincia. Tras el derrame de más de un millón de litros de cianuro, afirman que la empresa canadiense amenaza con despidos y que el gobierno los persigue

Que un gobierno avale la entrega de los recursos naturales a empresas multinacionales, que permita la extracción de oro y plata a través de la minería a cielo abierto, garantizándoles ganancias millonarias con nulos beneficios en el suelo que expolian es, cuanto menos, una actitud cipaya. Que el mismo gobierno permita que esas compañías contaminen y enfermen a los pueblos en los que se asientan, es canallesco. 

Hoy, tras el grave derrame de cianuro que la firma canadiense Barrick Gold cometió entre el 13 y el 14 de septiembre en la mina Veladero, ubicada en el departamento Iglesia, en San Juan, y que la propia empresa estimó en más de un millón de litros -casi cinco veces más de lo informado tras las primeras mediciones-, la situación en esta provincia cuyana resulta cada vez más alarmante, por los silenciosos efectos nocivos que la actividad provoca entre los habitantes.

Tal como informó Hoy, semanas atrás, los lugareños y trabajadores mineros de las localidades sanjuaninas de Jáchal e Iglesia dan cuenta del incremento de personas con cáncer, desde que la Barrick Gold se instaló en San Juan, entre 2004 y 2005; a otros, en el último tiempo les detectaron arsénico o mercurio en sangre; en tanto que la mayoría padece problemas respiratorios o pulmonares, “por el derrame constante de cianuro y otros químicos”.

De sol a sol

En este contexto, Hoy dialogó con Darío Esquivel, quien hasta 2010 trabajó en el área topográfica de Veladero, pero renunció porque se empezó “a sentir mal. Llevaba muchos años trabajando entre ríos que, sabíamos, tenían cianuro, entre máquinas y químicos durante 12 horas”. No obstante, su salud es una incógnita: “La situación económica no ayuda para que uno se haga estudios en la provincia y la empresa, entonces, nos hacía estudios, pero no los mostraba, por lo que tanto yo como mis excompañeros desconocemos nuestro estado de salud”.

Hoy, Darío vive de changas en Rodeo, departamento de Iglesia, ubicado a 80 Km de la mina. “Acá recuperé tiempo con mi familia, porque allá arriba te hacen olvidar hasta de tus afectos”, le contó a nuestro diario, y afirmó que se cansó de trabajar meses enteros sin descanso, a 4 mil metros de altura en la Cordillera de los Andes: “Subíamos por 30 días y bajábamos sólo por 5. Con la contaminación que había -que hay, se corrige- uno se tragaba todo; eso lleva a la pérdida de la vida, uno ya no es el mismo desde que trabaja en una mina”. 

Despedido por denunciar

Otra fue la suerte para Freddy Espejo, oriundo de Iglesia, quien, según le dijo a nuestro medio, debió abandonar la empresa obligado, tras denunciar la contaminación del río Jáchal con cianuro, hace casi una década: “Yo trabajaba en Medio Ambiente, levantando muestras de agua, fue ahí que advertí cantidades cianuradas y presenté la denuncia. Hace dos años, volví a la mina y pregunté si había posibilidades de un derrame de cianuro y me dijeron que no. Lo que ocurrió ahora era previsible, es un atentado contra los pobladores”.

Afligido por lo que él considera “crímenes evitables, porque se han dado fallecimientos de operarios por insuficiencias cardíacas, a raíz de las partículas que quedan suspendidas en el aire tras las explosiones”, Espejo agradeció la “valentía” de los trabajadores que el mes pasado alertaron a sus familiares sobre el derrame.

“Realmente fue un acto de valentía, porque hoy, si denunciás a la empresa te despiden, si criticás al gobierno, te persiguen, si salís a reclamar a la calle viene la policía y te golpea. Es muy engorroso hablar del tema minero, más, cuando la empresa amenaza con denunciar a aquellas personas que digan que el río Jáchal está contaminado”, aseveró y destacó una insólita paradoja: “Fueron ellos quienes admitieron el derrame, no fuimos los pobladores; y ellos, al tiempo que afirman que podemos tomar el agua que proviene de los ríos, reparten agua embotellada”.

“Lo peor es que a los pobladores se nos prohibe el ingreso a la mina, que nos está dejando sin agua y la que tenemos, está envenenada”, sentenció Espejo.

La causa

Por el derrame de cianuro de la Barrick Gold, la Justicia Federal investiga la responsabilidad del gobierno Nacional y Provincial.

En la causa ya hay seis funcionarios nacionales imputados; entre ellos, Jorge Mayoral, responsable del área minera del Ministerio de Planificación Federal, a cargo de Julio De Vido. Además, hay nueve empleados de la Barrick acusados, y comenzarán a declarar a partir del 6 de octubre. Esta medida fue impuesta por el juez Pablo Oritja, que investiga el derrame que la empresa primero estimó en 15 mil litros de “solución cianurada” y luego en más de un millón.

Pese a esto, el gobierno de José Luis Gioja anticipó que continuará con su política pro-minera, al anunciar el inicio del proyecto de cobre Chita, en Iglesia, una iniciativa que correrá por cuenta de la subsidiaria de la canadiense Minsud Resources; a su vez, en una cínica paradoja, la denunciada Barrick Gold prevé la apertura otro yacimiento de oro y plata.

“El mercurio es un metal de infinita contaminación”

Tras los testimonios de los trabajadores de Veladero, que denunciaron mercurio en sangre, Hoy consultó a la Dra. Ana María Girardelli, titular de la cátedra de Toxicología en la Facultad de Medicina de la UNLP, quien, aunque advirtió que cada diagnóstico depende del cuadro clínico y de los valores que el paciente tenga del mencionado metal, aseguró que “el mercurio es un metal pesado de infinita contaminación. Casi no hay especie viviente que no tenga mercurio en su sistema, tanto que nos hemos acostumbrado a vivir con una carga de mercurio que nos facilitaría una intoxicación si estuviéramos expuestos laboralmente o ambientalmente”.

“Desde el punto de vista de la salud de las personas, el mercurio es mucho más dramático que metales como el cianuro, por ejemplo, porque filtra hasta las napas de agua, las contamina y es afectado por bacterias que lo transforman en mercurio orgánico, que tiene la capacidad de migrar de un sistema a otro con más facilidad que el mercurio metálico o inorgánico”, precisó Girardelli, y aseguró que “puede provocar problemas renales, elevada presión arterial, pero el mayor riesgo es el consumo de mercurio orgánico y la exposición ante él de las mujeres embarazadas, porque afecta gravemente al feto, con trastornos neurológicos, alteraciones sensoriales, retraso mental, etc”.

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