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El equipo no supo estar a la altura de su hinchada

La familia gimnasista volvió a copar el estadio Juan Carmelo Zerillo. Un marco imponente para un conjunto que no logró retribuir el apoyo en la cancha.

Una bella estrofa del himno de Gimnasia reza una frase que pinta de cuerpo y alma el espíritu del hincha albiazul. “Pues sin luchas no hay victorias”, y eso fue lo que sintió el Tripero en la previa del encuentro de ayer frente a Belgrano.

Es que nuevamente, tras aquella fatídica noche de octubre, Gimnasia volvió a ser local en el Bosque por la noche, al menos en el marco de un torneo local. Primó la lógica y el club y su gente ganó merecidamente la batalla a los organismos de seguridad. Primero la injusticia de que por Copa Argentina sí permitieran partidos nocturnos y con dos hinchadas. Luego el reciente antecedente donde el Lobo jugó en su estadio por Copa Sudamericana, bajo la luz de la luna y con una hinchada visitante.

Por ello, la jornada iniciaba distinta en el Juan Carmelo Zerillo. Por eso el color era especial y la sensación era de alegría. Gimnasia demostraba que el comportamiento de su gente jamás fue un problema. Y como bien profesa una letra de la banda platense Guasones, “el Bosque a oscuras, es una locura”.

Gimnasia era absolutamente superior en el primer tiempo, había tenido las chances más claras. Pero un rebote mal despejado lo puso abajo en el marcador, respeto a Vegetti por el pedido de disculpas. Pero tras el segundo los hinchas perdieron la paciencia. No sonó el clásico “no te olvides, que fuiste tripa alguna vez” que años atrás la hinchada utilizaba para cada exjugador que visitaba el Bosque. Pero sí silbidos de impotencia.

Sin embargo, la noche siempre le genera algo especial al hincha albiazul. Por dicho motivo, pese a la bronca del resultado, ni los bombos, ni los cantos cesaron. Parecía que el equipo de Chirola Romero goleaba a su rival. Dejando en claro, que pese al momento, las características muestras de lealtad no van a faltar en el Juan Carmelo Zerillo.

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