Este equipo es el campeón de América y ya destronó a Brasil en el Maracaná

Por Juan Pablo Ferrari

Los mejores pergaminos que puede y debe mostrar Argentina para la final de hoy ante Francia son la jerarquía, el oficio y la experiencia de ya haber afrontado un partido de similares parámetros emotivos.

Este equipo ya sabe que no hace mucho, casi a la vuelta de la esquina, le ganó una final a Brasil en su tierra. Lo hizo con todas en contra: las batucadas anunciando la vuelta olímpica de Neymar, los fantasmas de las anteriores finales y los propios cariocas que ni por asomo se imaginaban semejante desenlace. Eso ocurrió hace un poco más de un año. Y si bien hoy ya no están Lo Celso, Paredes o Lautaro Martínez dentro del equipo titular, la base es la misma.

El hambre de gloria de Di María se encarnizó en aquella definición en el Maracaná y va a surgir en algún momento de este tenso (y por momentos angustiante) mediodía de Argentina.

Ni que hablar de Messi: todo el mundo quiere aquí en Doha y en el mundo que salde la única cuenta pendiente de su carrera. Lo van a marcar muy bien y van a tratar de que juegue sin espacios. Pero ahí es donde debe aflorar el talento de De Paul, la frescura de Julián Alvarez, y la sorpresa y desequilibrio de Di María cuando le toque aparecer.

Argentina fue de punto en la final del Maracaná, por todo lo que significaba para Brasil definir una final en su casa. Así y todo la ganó.

Ahora Argentina se va a enfrentar a uno de los mejores equipos del Mundial. Pero tendrá un mundo entero atrás alentando a su capitán que, como ocurrió hace un año, quiere volver a emocionar a todos.