Por Daniel “Profe” Córdoba

Lo mejor del equipo fueron Castro y Pellegrini

Los dos pasaban al ataque y complicaban a la defensa de Unión, que emocionalmente no mostró nada. Estudiantes hizo dos goles en cuatro minutos y prácticamente se terminó el encuentro.

Hasta mi querida e inolvidable Santa Fe (por mi paso por Colón y la Copa Libertadores) fue ayer Estudiantes.

De entrada se dio un partido tranquilo, en el que nadie arriesgaba. Pero de repente, entre los 19 y los 23 minutos el Pincha pegó dos veces y se puso dos goles arriba. A partir de ahí, Estudiantes empezó a justificar esa ventaja. Antes no la había merecido.

Unión, de mi querido Vasquito al que conozco muy bien, fue un equipo muerto emocionalmente en la cancha.

Los goles llegaron con dos lindas definiciones, primero de Castro partiendo como wing a centrodelantero para habilitar a Godoy, y luego este otra vez con un cabezazo letal.

El segundo llegó con una pelota parada: desde la derecha ejecutó muy bien Zuqui, y por detrás del segundo palo apareció Del Prete para sellar el 2 a 0.

Así se fue la etapa inicial. Unión no mostró nada. Ni individual ni colectivamente. Estudiantes, después de los goles, justificó el resultado parcial que, al mismo tiempo, podía haber ampliado.

Lo mejor del equipo fueron Castro y Pellegrini por fuera. Apaolaza siempre preocupaba a los defensores y Del Prete se movía y confundía a los rivales.

En el segundo tiempo, Unión se paró mejor con un 4-4-2 y Estudiantes se replegó del medio hacia atrás. Le cedió al local la iniciativa, que es muy, pero muy, limitada por cierto.

Los Tantengues de Azconzábal querían ponerle más actitud pero... ¡faltaba el juego en el ataque! En una jugada demoraron entre Pellegrini, Del Prete y Apaolaza para definir en lo que hubiera sido el tercer gol.

Allí hubo un penal para Estudiantes que ni siquiera se protestó y fue. Estudiantes, cuando había pasado los 20 minutos, era más y estaba muy cómodo. Mientras que Unión ni molestaba ya.

El Pincha hizo dos goles en cuatro minutos y se terminó. Unión, mental y anímicamente, fue de lo más pobre del torneo.

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