por galopón

Pesar por el fallecimiento de Batata Gutiérrez, el jockey de la inolvidable Reina Real

Juan “Batata” Gutiérrez supo brillar como jockey, como cuidador, pero sobre todo por ser una gran persona en una profesión “difícil” como es la del turf.

Por Galopón

Se nos fue, de un día para otro, en forma más que imprevista, Juan “Batata” Gutiérrez, que supo brillar como jockey, como cuidador, pero sobre todo por ser una gran persona en una profesión “difícil” como es la del turf. Hasta su deceso, fue un hombre sencillo y respetuoso de toda una vida (recién había cumplido 80 años) dedicada a la actividad hípica.

Cómo no recordar aquellos que ya pasaron el palo de los 70 enhorquetado en la cruz de la inolvidable Reina Real (escudo Real y Tres Reinas) sacándole el invicto al gran Osorno en los 1.200 metros del por entonces Gran Premio Ciudad de La Plata (G. I-1,200 mts.), que con el tiempo lo degradaron a Clásico, una tarde de noviembre del año 1981, en un final de hacha y tiza.

La yegua era una reservada del stud-haras “La Florida” y la cuidaba otro inolvidable como Eusonio Nito Boni. Una “nena” tan geniosa como corredora que nunca pudieron subirla a un camión para llevarla a correr a los “máximos”. Así, toda su campaña la hizo en el Hipódromo local, donde solamente perdió en dos o tres oportunidades, una en el debut en el Clásico Independencia (1.500 mts.) y luego en la Polla de Potrancas (1.600 mts.) para brillar a nivel de estrella en todos los clásicos de 1.100 y 1.200 metros, donde no perdió nunca en 13 actuaciones. Entre sus vencidos figuran el nombrado Osorno y Montebello, ambos ganadora del GP “Alzaga Unzué”.

También supo ganar en varias oportunidades con otra gran yegua como fue Yanina. Y ya retirado, como trainer siguieron los éxitos con nombres como Pony Dancer, Kalerre, Ney Robertina y Giacom. Hasta el martes estuvo en el Comisariato, ya que componía la Comisión de Carreras del Hipódromo de La Plata.

Juan Roberto Gutiérrez partió hacía el “Firmamento” ayer a la mañana cuando le estaban realizando un control de rutina (le colocaron un stent) tras lo cual se descompensó sin posibilidades de reanimarlo por los facultativos que lo atendían, desencadenando en su deceso.

La calle 120 del Barrio Hipódromo donde estaba su stud está de luto, y el mundo del turf también.

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