Vóley con el pie: esos raros deportes nuevos…

Se practica en Indonesia y Camboya y requiere de una destreza inusual que tan solo los asiáticos pueden lograr. Conocé esta modalidad deportiva que causa sensación en ese continente.

Lejos del tejo en la playa, las bochas en la plaza con mate y tardes distendidas, en el sudeste asiático se entretienen con algunos deportes muchas veces desconocidos, pero no por ello menos atractivos.

Tal es el caso del sepak takraw, más conocido en occidente como vóley con el pie. Consiste en pasar la pelota del otro lado de la red que está elevada en altura, siempre jugando con esa extremidad y no con las manos.

La cancha es similar a la del vóley, y aquellos competidores que hayan tenido un paso en el fútbol, aunque sea en la parte amateur, suelen adaptarse fácilmente. La pelota está hecha de un material conocido como ratán, que se asemeja mucho a la caña. No llega a ser madera, pero tampoco es cuero o goma.

Este deporte surgió como un juego entre los protagonistas de las primeras relaciones comerciales entre Malasia y Tailandia. Se sabe que luego de hacer negocios, en comidas o banquetes de confraternidad, los empresarios de ambos pueblos solían disputar partidos de camaradería, o ver cómo los pueblerinos mostraban sus destrezas.

Sin embargo, tuvo una consolidación mayor en los últimos años, llegando a ser una de las actividades más atractivas en esta parte del mundo.

En la actualidad, es un deporte federado, además de un juego olímpico asiático, y pretende seguir evolucionando a partir de las inversiones producto de la demanda para ver o seguir los partidos.

En la modalidad de juego, cada equipo cuenta con tres jugadores, uno que se para atrás, y otros dos que hacen de delanteros a la izquierda y la derecha.

A diferencia de otro deporte de Malasia conocido como buzkashi, este cuenta con un sinfín de reglas que van desde la talla de la pelota, la dimensión del campo o el grosor de los postes, hasta el material en el que tiene que estar hecho la red, que debe ser de nylon.

Una actividad atractiva, que no es para cualquiera, y que requiere de mucha destreza para elaborar hasta piruetas en el aire, con tal de pasar la pelota del otro lado de la red. Allí, los tres rivales esperan para devolverla, como en el vóley, pero con los pies.

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