entrevista exclusiva

Daniel Barone: “El éxito es hacer la función”

Así lo afirmó el reconocido director, en un momento en el que el teatro vuelve con protocolos y aforo de sala que, si bien es inferior al deseado, permite que se de otra vez esa comunión artística arriba y debajo del escenario.

Uno de los más prolíficos realizadores audiovisuales es sin dudas Daniel Barone, con infinidad de proyectos populares al lado de grandes de la interpretación argentina que lo posicionaron en un lugar de privilegio.

En el último tiempo también ha incursionado en el teatro y en esta oportunidad dirige la obra Después de nosotros, que se ve en el teatro La Plaza de Buenos Aires, con los protagónicos de Julio Chávez, Alejandra Flechner, Matías Recalt, Mariano Muso y María Rosa Fugazot.

Diario Hoy dialogó con el realizador por la vuelta al teatro con todos los protocolos vigentes, en uno de los primeros espectáculos que se animaron a hacerlo.

Repasando su carrera, aparecen, Verdad consecuencia, Vulnerables, Para vestir santos, Tratame bien, Guapas, El maestro, El Tigre Verón, signos de una época particular en la televisión vernácula. Por otro lado, Cohen vs. Rosi, Alma mía, El día que me amen, y el éxito sin precedentes de Comodines son solo algunos de sus proyectos cinematográficos, soporte expresivo al que regresará en breve.

Además Red, Un rato con él y ahora Después de nosotros en teatro, lo afirman a Barone como uno de los grandes directores nacionales, habiéndose formado y formando a varias generaciones de equipos y talentos, además de ser sinónimo de éxito asegurado para los productores.

Es con Después de nosotros, obra que debió bajar de cartel el año pasado por la pandemia imperante de la Covid-19, que una vez más se suma a Julio Chávez, con quien no solo realizó en televisión Farsantes, Signos, y las mencionadas anteriormente El maestro y El Tigre Verón, sino que también lo dirigió con anterioridad en teatro en dos obras.

En la obra se cuenta cómo un padre analiza la posible soledad de su hijo, un joven con capacidades diferentes, en el momento que él deje de existir, convirtiendo la puesta en una profunda reflexión sobre la existencia humana y los vínculos.

—¿Contanos cuál fue la sensación de volver al teatro después de tanto tiempo de no pisar un escenario?

—Tuvo dos aristas importantes, primero encontrarse con la obra en los ensayos. Eso fue genial, porque si bien en el escenario la obra no termina de estar acabada nunca, acá tras ocho meses fue más obvio, porque surgieron cosas creativas superadoras, y eso me pareció extraordinario, la posibilidad de re encontrarse con un material, con las mismas herramientas en términos de características literarias y de elenco y descubrir que termina siendo una expresión parecida pero no idéntica. Volverme a cruzar con los compañeros, al ser tanto tiempo, dejamos de tener reuniones siquiera para pasar letra, así que es fue la segunda sorpresa, y la tercera, la más emocionante, fue el estreno, un hecho diferente a lo teatral.

Fue muy emotivo, naturalizamos en estos meses el tema del barbijo, el alcohol, protocolos, pero realmente ver a la gente haciendo el esfuerzo de volver, y ver la sala, donde en el teatro es un hecho misterioso, que te reís y llorás al lado de un extraño, acá volvió a ser algo privado, por el barbijo, las burbujas, en este caso se recuperó la intimidad. Estamos muy contentos, con un elenco hermoso que se sube al escenario para hacer fuerza por la función, haya la gente que haya, devolviéndolo al hecho primigenio del teatro, más allá del éxito o el fracaso.

—Además la obra se resignifica posterior a todo…
—Sí, porque si ya a la enfrentarse a la existencia o no existencia física de uno, ahora al alcance de la mano, eso no es exclusividad de nadie. En principio lo que nos gana es el recibimiento del público, que va a ver la obra y la presencialidad del teatro.

—Ya nada se mide por éxito…
—Claro, el éxito es hacer la función, en una rutina previa a la pandemia la métrica es otra, que no tiene que ver con la ambición económica sino con mostrar tu arte a la mayor cantidad de gente, y ahora las prioridades se modificaron, en todos los órdenes de la vida, y ahora depende de la situación dada. Además esto tendrá un ciclo, vamos a tener que parar el miedo, el teatro es un lugar seguro, es una obra corta, el complejo tiene todos las medidas necesarias para cuidarnos, el láser ahora es para que se suban el barbijo, te sentís cuidado.

—¿Cómo fue el después de la primera función para vos y los actores?
—En principio cambiamos el saludo para cuidarnos, distantes entre ellos, con barbijos, distante del público. Hubo diferentes momentos, en abril el deseo de volver era fuerte, pero el miedo también, creo que ahora regresó en un momento justo, disminuyendo el miedo a un nivel necesario para regresar.

—¿Qué hiciste durante la eterna cuarentena?
—Fue tan larga que tuvo diferentes momentos, un momento lúdico en el que vi series, leí, y engordé siete kilos, después fue más angustiante y comencé a activarme a nivel creativo. Me costaba identificarme como alguien que estuviera en actividad, que es concreta y real aquí ahora, más allá de mi carrera y presente de ese mo­mento, por eso este regreso reafirma la pertenencia, con una actividad concreta, y mientras estuvo ausente, fue absoluta la ausencia.

—De todos los proyectos que tenés en carpeta, ¿cuáles podes adelantar?
—Estamos escribiendo un largometraje con Marta Betoldi y Alex Zito, que se verá en alguna plataforma, y retomé un guion muy personal, Insepulto, que presenté al Incaa, que corresponde a otra edad mía, pero quería hacer el circuito. Es un proyecto de cine de género, un policial pero muy metafísico. Y después con Julio Chávez y Camila Mansilla, estamos trabajando en una película muy pequeña, donde Julio actuará y una artista internacional que no podemos nombrar. Mover nos estamos moviendo.

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