Don Johnson, un galán sin apuros

Diario Hoy recorre la carrera profesional del protagonista de la serie Miami Vice, sus amores y los excesos.

Tal como en su salto a la fama, Don Johnson aún mantiene su look bronceado, las remeras ajustadas y los sacos arremangados con un cabello dorado y su mirada despampanante. En los inicios de su carrera se caracterizó por el carisma y los roles poco comprometidos. Poco a poco ganó popularidad y así se consolidó en la serie Miami Vice, donde interpretaba a un sagaz policía que tenía un cocodrilo como mascota.

Esta entrega se convirtió en un éxito que se mantuvo durante seis años en el aire. Tiempo después, la cinta fue vendida al Viejo Continente y llegó a Latinoamérica con notable éxito. A medida que su profesión iba en aumento, también lo hacía su fama de galán.

Recordemos que el actor mantuvo romances largos junto a compañeras de trabajo tales como Barbra Streisand, Patti D’Arbanville, Cybill Shepperd, Uma Thurman, y Melanie Griffith. Esta última fue quien lo obligó a pasar por una clínica de rehabilitación. Se casaron dos veces y se convirtieron en los padres de Dakota que hoy tiene 32 años, siguió sus pasos y es una diva en el séptimo arte.

Poco a poco fue convirtiéndose en un millonario y aprovechó para darle rienda suelta a sus caprichos de adulto. De esta manera coleccionó aviones, automóviles y barcos. Asimismo sus trabajos profesionales también trajeron roles certeros como los ocurridos en Machete de Robert Rodríguez o Django unchained bajo la dirección de Quentin Tarantino.

Sin embargo, todas estas aristas aún no sanaban las difíciles circunstancias que debió atravesar en su niñez, según declaró al medio gráfico The Guardian: “Tenía todos los números de la quiniela: abuso, divorcio antes de que yo cumpliera 12, y encima era el más grande. Fue una niñez muy triste. Y cuando te vas de tu casa a los 16 y sin planes y te tenés que defender solo hasta en el colegio, eso te forja el carácter”.

Con la fama bajo el brazo y en una de las tantas separaciones que mantuvo con Melanie, el actor estaba de fiesta en fiesta, se codeaba con las mujeres más lindas de Estados Unidos y abusaba de las drogas y el alcohol. Aun siendo consciente de sus problemas, entraba a las clínicas de rehabilitación para completar tratamientos, pero a los pocos días volvía nuevamente para buscar una cura que nunca llegaba. Allí recibió el llamado de su ex, Griffith, que atravesaba el mismo contratiempo, entonces emprendieron un camino hacia la sanación. Aunque volvieron a apostar al amor, no fue suficiente y decidieron continuar como amigos y confidentes.

Entrados los años 90, Don se probó para una serie llamada Los puentes de Nash, donde fue contratado y se percató de que su figura había cambiado. Luego de las grabaciones inició un rotundo cambio de vida. Por ese entonces conoció a una maestra que se aboca al modo Montessori llamada Kelley Phlegger y tuvieron tres hijos más, Grace, Jasper y Deacon.

Lejos de las cámaras, las nuevas formas en su vida están dadas por el budismo, las dietas veganas, la erradicación de la fama, sus brillos y excesos para estar en un estricto bajo perfil. Con los vicios fuera de la casa, Don asegura que solo mantiene su cigarrillo electrónico y que quiso deshacerse de las posesiones que marcaron su ascenso a la fama.

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