El fin de la pizza con champagne: el asesinato de Clota Lanzetta

En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV argentina, diario Hoy recuerda al emblemático relacionista público.

A fines de los años 90 y principios de los 2000, Argentina transitaba una fuerte crisis económica. Las personas tenían que pelear para llegar a fin de mes, la economía se resquebrajaba con letras de cancelación como los patacones y lecops, y la desocupación era un desafío inapelable. Además, este suelo se preparaba para el estallido del 2001, que terminaría con saqueos, muertos, peleas, un estado de sitio y la huida en un helicóptero del por entonces Presidente, Fernando de la Rúa, que terminó con su gestión en un parpadear de ojos. Asimismo se dio la sucesión de cinco mandatarios en el transcurso de pocos días.

Sin embargo, en la antesala de este estallido, un sector de la sociedad seguía aprovechando de los últimos días de la época de pizza, champagne y derroche. En ese entonces, el relacionista público Claudio “La Clota”

Lanzetta organizaba la noche porteña con fiestas privadas, ágapes en discotecas de primera línea, así como también, la noche esteña en cada verano.

En ese charme del momento nocturno donde la gente duerme y las luces se encienden para los amantes de los boliches, Clota era el dueño de la “pertenencia social” y de las agendas más codiciadas con los contactos de la moda, la farándula vernácula, los políticos e hijos del poder.

Así, supo ser íntimo amigo del empresario Poli Armentano, que fue asesinado en 1994; de Carlos Menem Junior, que falleció en un accidente en 1995; o de la modelo Daniela Cardone, que ahora se dedica a la música y que supo embellecer los eventos porteños con su figura.

Además de dedicarse a la noche, el muchacho también contó con la curiosidad por la música. Es por ello que primero fue DJ y luego lanzó dos éxitos que aún perduran: Ella es modelo y A dónde. También probó suerte en Viva la fiesta, un magazine de contenidos generales donde era acompañado por el humorista Alacrán y su amiga, Daniela Cardone.

Corría octubre del 2001, más precisamente a fines de este mes, cuando el reconocido relacionista público conoció a un hombre y quiso organizar un encuentro más íntimo con él. Sin miedo ni pelos en la lengua, organizó una cena íntima para el día siguiente, donde cada uno debía llevar a un amigo. Así, Clota cayó con Guga Pereyra, y los otros dos chicos se encontraban en el restaurante. Allí pasaron el rato, compartieron una cena y partieron con destino al departamento de Lanzetta, que está ubicado en Las Cañitas, un selecto barrio porteño.

Con tragos y música de por medio, la tertulia intima destinada al placer tuvo un giro siniestro, que terminaría con secuelas fatales para uno de los protagonistas. Sucede que uno de los muchachos afirmó que iría a buscar su teléfono al automóvil y bajó para terminar su cometido. Allí se encontró con otros dos hombres que conocía y subió nuevamente al departamento. En ese momento, Clota y Guga fueron maniatados, atados a una silla y amenazados a cambio de la clave de las tarjetas de débito. Sin embargo, el mediático no recordaba ese dato mientras los malvivientes amenazaban con dispararle. Entre los intentos fallidos, finalmente el arma cedió y una bala le provocó la muerte instantánea.

Con una huida improvisada, los malvivientes se olvidaron una billetera, un teléfono y abrigo que fueron claves para localizarlos en las 48 horas posteriores. Es más, estaban esperando un ómnibus con destino a la costa en el momento en que los apresaron.

En el 2003, los tres ladrones fueron apresados y condenados a diez años de prisión, mientras la cuarta persona fue absuelta. Vale mencionar que ya cumplieron sus sentencias y ahora se encuentran en libertad.

La noche porteña fue mutando y los sucesores de Clota no han tenido vigencia. Además, Guga Pereyra continuó trabajando y viviendo con un estricto perfil bajo, pero siempre vinculado al ambiente de poder inherente a Argentina.

Tras la muerte del mediático de 39 años, la década de pizza con champagne, bronceados artificiales y el 1 a 1 llegaba a su fin con un cambio de década sin las opulencias del poder.

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