ENTREVISTA

Ivor Martinic: “El teatro es algo vivo”

El dramaturgo croata llegará al país con Sería una pena que se marchitaran las plantas. Mientras tanto, su anterior trabajo, Mi hijo sólo camina un poco más lento, continúa en calle Corrientes.

Luego de su estreno en Barcelona y Croacia, la compañía teatral T25 estrena en Argentina Sería una pena que se marchitaran las plantas, escrita y dirigida por Ivor Martinic y con las actuaciones de la actriz catalana Júlia Ferré y el actor argentino Victorio D’Alessandro. Las funciones serán en Moscú Teatro, Ramírez de Velasco 535, Ciudad de Buenos Aires, entre el 1° y el 13 de marzo. Durante ese período, también realizarán dos funciones en La Plata. Para conocer más detalles de la presentación, diario Hoy habló con Martinic.

—¿Cómo vivís el romance con el público argentino?

—Creo que responde al éxito de Mi hijo… Mi primer encuentro fue en 2014, en un festival de Dramaturgia; y ahora no pasa una semana que no tenga mensajes del público sobre este espectáculo. Hago talleres, he hecho algunas conferencias, y creo que los argentinos gustan mucho del teatro. Por eso estoy feliz de volver con este espectáculo con mi compañía de teatro independiente, era mi sueño, para mostrar algo nuevo, gracias a que hace ocho años tenemos esta conexión. Hay muchos que piensan que no soy croata, sino argentino; y estoy feliz por el amor que me da el público.

—¿Cuál pensás que es el secreto de este vínculo y el éxito de Mi hijo… en Argentina?

—Es muy raro tener un suceso tanto tiempo, pero también es un misterio, porque no tenemos la fórmula. El teatro es algo vivo y hay algo mágico. Mi hijo… fue el encuentro del texto por Guillermo Cacace y su grupo, a quien les compartí el texto con mucho amor, y durante ocho años vienen trabajando. Este grupo de actores es como una familia, y el texto es un miembro más de ella; pero no hay una fórmula; sólo amor por esto. Y de hecho, cuando comenzamos con la obra pensamos que íbamos a hacer 20 funciones como máximo, y ya vamos como 500 por ocho años. Es un sueño.

—¿Qué podés adelantar de Sería una pena que se marchitaran las plantas?

—Es una obra abierta y cada actor tiene que poner cosas personales, porque los personajes tienen el nombre de los actores y su biografía, y durante las improvisaciones hablamos sobre la pareja y su ruptura. Buscamos la mejor manera para cómo contar la historia. Es la primera vez que voy a dirigir tras muchos años de solo hacer dramaturgia. Me di cuenta de que quería cambiar el proceso para ver qué soy yo en esta nueva etapa, para refrescarme como autor, y me pareció bien ir en esta línea.

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