entrevista
John Crowley: “No me gustan las películas románticas que se anuncian como tales”
Con un puñado de producciones cinematográficas el realizador presenta su más reciente propuesta protagonizada por Andrew Garfield y Florence Pugh.
El tiempo que tenemos, de John Crowley, con Andrew Garfield y Florence Pugh, llega este jueves a los cines con una propuesta que a diferencia de narrativas tradicionales, va y viene en el tiempo desarrollando la historia de amor entre Tobías y Almut, una pareja que atravesará toda su vida. Hablamos con Crowley para conocer detalles de la película y el trabajo con la ascendente dupla.
—Ésta es tu primera película romántica. ¿Qué te atrajo del proyecto?
–Supongo que Brooklyn, otra película que hice, es bastante romántica en muchos sentidos, pero no obviamente romántica. Así que no fue el romanticismo lo que me atrajo. Diría que tanto en este caso como en Brooklyn, el romance es una especie de subproducto de alguien, o de un par de personajes en este caso, que intentan averiguar qué quieren hacer con su precioso tiempo de la forma más significativa del mundo. Y en el caso de Brooklyn, se trataba de alguien que intentaba elegir qué tipo de persona iba a ser y dónde iba a vivir su vida. No me gustan las películas románticas que se anuncian como tales. Las encuentro un poco desagradables. Pero probablemente soy bastante romántico de corazón y me atrae un personaje que, si crees que un personaje se ha enamorado de otra persona o crees ciertamente que un personaje tiene miedo de enamorarse de otra persona, ese es un lugar realmente interesante. Y tratan de destruir la relación y la otra persona lo permite. Luego los ves volver a estar juntos porque en realidad están mejor
juntos que no estándolo. Lo que me atrajo de esta película fue la complejidad de la relación, el hecho de que se viera un matrimonio desde el principio hasta el final desde muchos puntos de vista diferentes, que no fuera una narración lineal, que fuera casi como un cuadro cubista, que se vieran muchas facetas diferentes de algo simultáneamente. Y eso me pareció muy veraz, que al final de la historia, con un poco de suerte, sentirías que conoces muy bien a estos dos individuos.
–Mencionaste Brooklyn, allí trabajas con Saoirse Ronan, ahora con Andrew y Florence, dos grandes estrellas. Me gustaría saber, ¿cómo conectas con ellos y cómo conseguís que transmitan la pasión en la pantalla a los espectadores?
–No hay una receta o un truco. Empezás con el mejor guión que puedes y luego mi trabajo es unir ese guión y las grandes interpretaciones. Ensayamos antes de rodar, y ensayar es muy importante para mí. Para que los actores sepan exactamente la naturaleza de las escenas antes de empezar a rodar. Así, cuando empiezas la energía en el set aumenta rápidamente y podes llegar a donde tenes que llegar. Pero igualmente, no se trata de ir detrás de una cosa en el set. Se trata de intentar abrir la escena lo más libremente posible. Y en este caso, con estos dos maravillosos actores, todo giraba en torno a lo que pasaba entre sus ojos. Se trataba del espacio entre ellos y de mantenerlo lo más vivo y eléctrico posible. Y a ellos les encantaba, por supuesto, porque rebotaban el uno en el otro. Eran como dos grandes músicos de jazz que se escuchaban el uno al otro en escenas conmovedoras. Y ese fue un proceso que empezó a crecer a medida que rodábamos. El trabajo se hizo más profundo y rico entre ellos. Pero también hay que volver al montaje con todas estas opciones y empezar a pensar que sólo podemos mostrar una versión de esto. Así que empiezas a averiguar cuál es la correcta para la historia y empezás a cortarla y destilarla hasta su esencia más pura. Es una película ha costado mucho trabajo y demasiados años, pero ahora es el momento de mostrar el trabajo a todo el mundo.