entrevista

Julio Chávez: “Nos dañamos porque pretendemos vivir juntos”

El talentoso actor regresa al teatro con una esperada versión que calará hondo en el público.

Llega a la Argentina la exitosa obra de teatro La Ballena, en la que se basó la película por la que Brendan Fraser ganó un premio Oscar. Ahora, Julio Chávez se mete en el cuerpo de Charlie, un profesor de literatura que imparte clases online, que intenta en sus últimos días recuperar el contacto con su hija, Ellie. Hablamos con Chávez sobre la obra en la que está acompañado por Laura Oliva, Carolina Kopelioff, Máximo Meyer y Emilia Mazer, con la dirección de Ricky Pashkus.

—Contame los desafíos que te implican la obra...

—No tengo la película como punto de encuentro, sino la obra de teatro. Se llama La Ballena porque el personaje está fascinado con el trabajo de la hijita que tiene, que hizo a los 13 años sobre Moby Dick y el padre que es profesor de literatura, justamente, que es este Charlie, que como circunstancia es un hombre que está recluido por una situación de una gordura mórbida, pero es profesor de literatura, es muy conocedor y está muy preocupado de un tema que es cómo hacer para que los alumnos sean personales. O sea, que aprendan de lo que es la estructura de un material, etcétera, pero al mismo tiempo tengan una mirada personal o tengan la posibilidad de poder comunicar algo personal acerca de lo que leen. La hija, a los 13 años, construye un material, una crítica, digamos, de La ballena que él recibe por su mujer, él está separado, se separó porque se enamoró de un joven alumno, se divorció y se fue de la casa con mucha culpa. El asunto es que él recibe este material y queda fascinado porque siente que su hija, a los 13 años, logra algo que él lucha enormemente para que sus alumnos logren, que es una mirada personal, y la chiquita lo tiene. Por eso se llama La ballena, porque es el punto de unión que él tiene con la hija, hija de la cual se ha separado, digamos, ha abandonado, no la abandonó económicamente, sino no la ve más, producto de que, entre otras cosas, creo que le cuesta enormemente convivir con su situación sexual, con su decisión, con el abandono de la madre, con el abandono humano. O sea que no pertenece a una persona con estas creencias contemporáneas de que se resolvieron los problemas, ¿no? Si no hay muchos seres humanos que siguen o seguimos atados a instituciones, a deberes de ser, a reglas, a morales, a éticas y a estéticas que nos conforman y que nos hace vivir como vivimos y a veces nos hace producir daño también, no voluntario, sino daño. Nos dañamos porque pretendemos vivir juntos. O sea, queremos vivir juntos, pues es muy posible que nos hagamos daño. Y cada vez es más difícil, sobre todo, como decimos, porque aparentemente tenemos cada uno más derechos. Entonces es muy difícil entrar en acuerdos o por lo menos aceptar el límite porque queremos gozar de todas las libertades.

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