Cultura

La leyenda de Sandro

Llegó a ser inmensamente popular en toda América y fue el primer artista latinoamericano en actuar en el Madison Square Garden de Nueva York, donde se lo consideraba el heredero natural de Elvis Presley.

En la escuela primaria “República de Brasil”, de Valentín Alsina, organizaron un festival. En una de las actuaciones, Roberto Sánchez debía parodiar a uno de los invitados de Blackie; Blackie hacía reportajes a figuras norteamericanas. Una de las figuras era Elvis Presley. Él tenía 12 años y ya cultivaba el arte de parodiar: imitaba a Elvis hasta en los menores detalles. Todo el mundo se reía mucho. Le perdió tempranamente el miedo a los escenarios, desde aquel 9 de julio de 1957 en el que actuó para el acto del Día de la Independencia, y la chica que le gustaba se le acercó para decirle que había estado muy bien. Pero en la tarde del festival ocurrió una catástrofe: se rompió el disco de pasta en el momento de empezar la imitación. El sonidista lo miró desolado; la maestra que oficiaba de presentadora le hacía señas desesperadas para que dejara el escenario. Pero Robertito se quedó, miró a ese monstruo de cientos de ojos que permanecía expectante, tomó el micrófono y comenzó a cantar a capella. El público bramó eufórico. Ese día nació “Sandro”.

Nacido el 19 de agosto de 1945, Roberto Sánchez afirmaba tener recuerdos desde el mes de vida: “Tengo aquí –se señalaba la frente- algo tan nítido como una fotografía: es el recuerdo de mis primeros días. Yo le he contado cosas con precisión y detalle a mi madre que ella ya había olvidado”. Fue hijo único, pero eso no le vino ni mal ni bien; porque en un barrio como Alsina, en los tiempos en que no había televisión ni celulares, estar en la cuadra era como estar en casa: “En esa casa que era mi cuadra ya no era hijo único y los hermanos me sobraban”.

De sus padres heredó una inmensa fortaleza y sentido de sacrificio. Su padre trabajaba en el frigorífico Wilson y por las tardes hacía repartos a domicilio. El primer trabajo de Roberto fue vender damajuanas de vino junto a él. Su madre le enseñó a querer y vivir en los libros; el año que nació su hijo se le diagnosticó una artritis deformante y bajo esas circunstancias lo crió.

En 1960, formó su primer grupo, Trío Azul; después uno de los integrantes abandonó el grupo y éste se convirtió en el dúo Los Caribes. Ambas experiencias, a pesar de ser efímeras, le permitieron consolidar una convicción: lanzar su carrera solista.

Hombre misterioso, de sensualidad barroca y personalidad apabullante, en 1964 debuta con Los de Fuego –varios de cuyos integrantes formarían después Alma y Vida- en el disco Presentando a Sandro, con dos canciones que pasarían a la historia: Hay mucha agitación y Las noches largas. Él se definía como un ser normal con posibilidades anormales: “Uno es ídolo por los demás, que se meten con uno. Al llegar a cualquier lugar con mi Sandro, me convierto en el lago, enseguida se expande la ola”.

Todos sus movimientos tenían una calidad felina y una naturalidad asombrosa, con sus piernas que parecían hechas de agua y una fluidez de movimientos que pasaban a voluntad de la lentitud a la rapidez. Cuando cantaba su rostro entraba en éxtasis, como contemplando algo de belleza inaudita o sintiendo en el costado el lanzazo de una ausencia repentina. El final siempre era el mismo: el público aplaudiéndolo enloquecidamente.

A comienzos de 2001, empezó a sufrir graves problemas físicos que lo llevaron a suspender presentaciones y a permanecer internado varias veces. Sin embargo,una asombrosa fortaleza lo mantuvo en los escenarios, incluso en sus últimos años.
El día fatídico para todos sus admiradores llegó el 4 de enero de 2010. Las reacciones de tristeza fueron multitudinarias, y el tumulto producido, tan grande como en uno de sus conciertos.

Dejó miles de viudas que lo amaron sin haberse podido nunca acercar a él. Mujeres que envejecieron adorándolo pero que por siempre serían “sus chicas”. Ese fue su destino: “Dios me dio a mí el regalo de esta vida. Nací para ser lo que soy. Si no cumpliera con esto sería como tirarle en la cara a Dios lo que él me regaló”.

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