“Los músicos independientes somos víctimas de un imperialismo cultural cada vez más acentuado y desigual”
En una entrevista íntima con este multimedio, la cantante Candela Cibrián, identificada como Fenna Frei, presentó su material discográfico más reciente.
Es heredera de un clan histórico en Argentina y trabajó en grandes producciones, para luego abocarse a su trabajo como compositora y cantante. A paso firme, Candela Cibrián inició su camino bajo el seudónimo de Fenna Frei y está presentando las canciones en su haber. Además realiza las presentaciones con performances innovadoras que suman a la obra artística en general.
Durante una entrevista íntima con este multimedio, la también intérprete recorre su vasta cosecha musical.
—¿Bajo qué circunstancias nace este seudónimo?
—El seudónimo Fenna Frei nace a partir de la necesidad de no solo un reinicio de mi recorrido artístico hasta ese entonces, sino de un nombre que se relacionara sonora y conceptualmente con mi música. Fenna Frei también busca ser poesía, irregularidad, ensueño, surrealismo, sensualidad, noche, androginia. Fue un enorme privilegio crecer en una familia donde el arte no solo no era un tabú, sino moneda corriente. Padre y madre de mucha apertura mental y, por el lado de mi familia materna, toda el ala musical que marcó mi vocación. Siempre digo que el gen Cibrián es uno que se lleva todo por delante y trae consigo la necesidad de trascender, de dejar tu propia huella y de ser auténtica. El amor y el respeto por un escenario y el compromiso y, sobre todo, la autoexigencia. Sin dudas siento todo esto muy presente en todo lo que hago.
—¿Qué podés contarnos sobre tu último lanzamiento en formato single?
—Estoy presentando el single Sin miradas, canción que surge luego de un año de decidir no componer para poder procesar toda la información que estaba absorbiendo sobre la realidad de nuestro sistema y nuestra relación con el planeta a partir de la pandemia. Fue una ruptura del ego e identitaria muy fuerte. Un universo que no te remite a ningún lugar conocido. Un mar de sonidos y texturas hipnotizantes que te invitan a sumergirte, que van más allá de la canción. La ruptura, lo inesperado, el misterio.
—¿Qué sensaciones te rodearon ante este contexto a la hora de componer y producir?
—En el camino nos dimos cuenta de que nos gustaba hacer música más original, arriesgada y personal y desistimos a la idea de firmar con un sello grande. La canción nació una noche de verano en la que, mientras tocaba el piano, empecé a escuchar aplausos. Venían del bar de la esquina de casa y se filtraban por mi balcón, despertándome una infinita melancolía. Me di cuenta de que nunca había pasado tanto tiempo sin dar ni recibir un aplauso. Sabía que estaba muy lejos de eso y sentí envidia de toda esa gente. A esta sensación de nostalgia y ausencia de ese “algo” irremplazable, se le sumaban todas las reflexiones que tenía acumuladas hasta el momento. Eso es Sin miradas, la vulnerabilidad de abrir un corazón confundido e inseguro sin filtro. Actualmente acaba de ver la luz Los límites, un EP que produje de la artista francesa Agathe Cipres al cual le aposté mucho desde un principio. Su música me parecía hermosa, ella muy especial y me sentí muy afortunada de poder
—En esta vuelta a las actividades sobre los escenarios, a la importancia o relevancia de la cultura, ¿cuáles son los análisis que realizás en este contexto?
—Los músicos independientes somos víctimas de un imperialismo cultural cada vez más acentuado y desigual, que a su vez ya está golpeado por el fin de la industria discográfica. A un país tan castigado económicamente como el nuestro hay que restarle esos escalones de pobreza y marginalidad, de las cuales, sabemos, no tenemos escapatoria (a no ser que contemos con una sumatoria de privilegios). Quienes no tienen la posibilidad de financiar sus propios proyectos y giras están en una situación muy desmotivante porque saben que el “éxito” o, mejor dicho, la llegada de tu música a una audiencia interesada y/o medios de comunicación, no depende de tu talento sino de tu cuenta bancaria, contactos, cantidad de followers y herramientas para generar tus propias campañas de marketing. Incluso quienes pueden hacerlo tampoco se garantizan nada más que alcance y algunas “oportunidades” por aquí y por allá. Creo que siendo independiente, a lo más que podes aspirar a nivel popularidad en este país, es a tocar en Niceto y en los festivales más conocidos. Nada de eso te dará un ingreso económico estable ni te hará cruzar una frontera. Estamos en un camino que, con los nuevos paradigmas de las redes sociales y plataformas digitales, se rige más por números que por contenido artístico.