Metrópolis, un clásico que entra en dominio público

Además, otras obras magistrales del cine como El cantor de jazz o el primer thriller de Hitchcock también liberaron sus derechos de autor

Cada comienzo de año se renuevan las ganas y las ansias por las nuevas producciones televisivas, cinematográficas, musicales y demás. Es ya durante estas semanas que se anuncian las novedades venideras. Algunas cosas ya se fueron adelantando, de otras no se sabe nada. Pero no solo el principio de cada año trae las noticias respecto a los productos y producciones recientes, sino que también ocurre que cada inicio del calendario marca el comienzo del dominio público de algunas obras.

Ahora bien, ¿qué significa que una obra entre en dominio público? Pues bien, sencillamente que ese producto cultural (un libro, una película o una canción) al quedar en esta situación puede ser publicada, reeditada, reinterpretada por quien quiera. Cualquiera puede hacer uso de ella. Aunque a nivel general esas son las condiciones para que una creación sea considerada en esa situación, es cierto que las legislaciones pueden variar de país en país. Algunas toman como válida la fecha de publicación de la obra, otras la fecha de fallecimiento del autor.

En Argentina la propiedad intelectual tiene vigencia por 70 años a partir del 1° de enero del año siguiente a la muerte del autor, según dispone el artículo 5 de la ley 11.723. Así, por citar apenas un ejemplo, Macedonio Fernández falleció el 10 de febrero de 1952, por lo que obras como Museo de la No­vela de la Eterna, Papeles de Re­cienvenido y Adriana Buenos Aires pasan a ser de libre publicación.

Por el lado de los Estados Unidos, son 95 años desde su publicación. Por eso, en 2023 se convierte en libre de derechos el contenido publicado en 1927. Y justamente allí se da la situación de dos clásicos invaluables del cine, que ya se encuentran liberados. Por un lado, la inoxidable Metrópolis de Fritz Lang, un clásico del cine mudo considerada una de las grandes películas del cine expresionista alemán y de la historia del cine mundial. El guion de aquel filme fue escrito por Thea von Harbou junto al director, basándose en una novela de Von Harbou de 1926. Vale recordar que Metrópolis es uno de las pocas obras considera­das Memoria del Mundo por la Unesco. Fue la primera en poseer esta categoría, amparada en la vívida encarnación de toda la sociedad, y la profundidad de su contenido humano y social.

Además de esa película, otro de los clásicos que se encuentra en dominio público desde el primero de enero de este año es The Jazz Singer (El cantor de jazz), considerado el primer largometraje hablado de la historia, dirigido por Alan Crosland. Así las cosas, fue la primera película parcialmente rodada con sonido y diálogos sincronizados. Para ello, se utilizaron mecanismos muy modernos para la época y el sistema de sonido Vitaphone (grabación de sonido sobre un disco).

A partir de ese momento, el cine cambió de manera radical, aunque se siguieron produciendo películas silentes por directores que opinaban que el cine mudo se bastaba a sí mismo. Desde entonces, las comedias musicales se multiplicaron. En total, la película contiene apenas dos minutos de diálogo con sonido, en gran parte o todo ello improvisado. El resto del diálogo se presenta a través de intertítulos. El actor principal del filme fue el reconocido Al Jolson, quien se puso en la piel de Jakie Rabinowitz.

Por si fuera poco, El inquilino, el primer thriller de Alfred Hitchcock, también liberó sus derechos de autor. Por lo que es cuestión de tiempo para que aparezcan reversiones, juegos y demás alrededor de estas obras. Clásicos que no perecen, pero que sí ya son de la humanidad toda.

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