Pablo Francischelli y Ana Farini unen la música y el cine

Los realizadores presentan dos películas que atraviesan realidades y universos diferentes, pero que proponen intensos viajes sensoriales que demuestran el amor por el arte.

El artista Yamandú Costa, de gran éxito en Brasil, siempre se refirió a Lucio Yanel como su maestro. Pablo Francischelli los unió en Dos tiempos, su nueva propuesta documental.

“Ya tenía una relación con Yamandú Costa, habíamos hecho cosas juntos, filmé cosas con él, hicimos una serie que se llamaba Siete vidas, siete cuerdas, viajamos por todo el país, fuimos a Rusia a hacer un capítulo sobre la guitarra de siete cuerdas, tenemos una relación y siempre me hablaba de Lucio. Un día le dije que quería hacer algo con él, porque me interesaba el hecho de que haya ido a Brasil y que haya podido torcer la música del sur de Brasil con una importancia. Me interesaba hacer una película pero no una biografía, sino reflejar la relación de alumno y maestro que tenían, y finalmente coordinando agendas pudieron hacer ese viaje que se debían y nos pareció lo mejor”, contó el realizador en exclusiva a diario Hoy.

“Me interesaba la ruta como símbolo, como metáfora de los propios personajes, específicamente Lucio, que es un nómade, hasta ahora que está en Caixa, y que partió de Corrientes, su padre ferroviario, lo mandaba de un lado a otro, y lo incorporó en su vida, estuvo en Buenos Aires, Ituzaingó y otros lugares que no recuerdo. Para mí el género era una metáfora de él, y una posibilidad de suscitar acciones para la película, porque no quería que se contara a partir de entrevistas tradicionales”, continuó.

“Yamandú nos dio generosamente 20 días, desde el inicio fue una condición, y eso de salida fue un desafío, y lo que hicimos fue escribir el guion como si fuera de ficción para enfrentar el poco tiempo, con el gesto documental, claro, de esperar lo inesperado, como diría Heráclito, ver de dónde salir y hasta dónde queríamos llegar. Después en el rodaje, todo lo que habíamos imaginado y lo que no entraran”, finalizó.

Por su parte, Ópera villera, de Néstor Sánchez Sotelo y Ana Farini, cuenta la intensa labor de la profesora de música Mailén Ubiedo Myskow, que acompaña a niños y jóvenes de barrios populares en el difícil arte de hacer música. “Queríamos contar una historia donde se vea el poder transformador de la música y después de una larga búsqueda encontramos a Mailén, maestra y directora de ópera y hace ya más de diez años le enseña música a los chicos de la 11-14 y otras villas aledañas. Desde un principio, nos impresionó cómo trasmite su amor por la música y el trabajo que hace con cada uno de sus alumnos. Supimos enseguida que habíamos encontrado a nuestra protagonista”, contó Farini a diario Hoy.

“En general la gente asocia la villa con la delincuencia y la droga, y esto hace que muchos chicas y chicos se sientan estigmatizados y el estigma es algo doloroso e injusto. En este sentido, me gustaría que la película ayude a romper estos prejuicios ya que muestra lo que no solemos ver en una villa: jóvenes talentosos, que quieren salir adelante, crecer, estudiar y progresar a través de la música. Me gustaría que la sociedad valore este tipo de proyectos que apuestan a la transformación e inclusión a través del arte”, agregó.

“Codirigir implica dialogar y concertar continuamente. Hay que mantenerse abierto. A veces Néstor me proponía cosas que en un principio no me gustaban y después me daba cuenta de que funcionaban y viceversa. Creo que es un proceso enriquecedor cuando te complementás y en este caso funcionó”, finalizó la realizadora.

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