Ciencia

35 años después del desastre, el corazón de Chernóbil se reactiva

Durante los últimos cuatro años, el recuento de neutrones ha aumentado progresivamente en una de las habitaciones de la central nuclear, en una posible señal de fisión.

De acuerdo a un estudio publicado por la revista Science, las entrañas de Chernóbil continúan en actividad nuclear. Durante los últimos cuatro años, el recuento de neutrones ha aumentado progresivamente en una de las habitaciones selladas, lo que sería una señal de fisión. “Hay muchas incertidumbres”, afirma Maxim Saveliev, del Instituto de Problemas de Seguridad de las Plantas de Energía Nuclear (Ispnpp). “Pero no podemos descartar la posibilidad de un accidente”, agregó. La lentitud del aumento, por fortuna, parece abrir un compás de algunos años para que investigadores y técnicos descubran cómo sofocar la amenaza.

De esta manera, a treinta y cinco años de la catástrofe, se enciende una pequeña alarma. Si bien los científicos descartan un episodio de las mismas magnitudes que el ocurrido durante la noche del 26 de abril de 1986, se preocupan por señalar que podría ocurrir un incidente si se siguen multiplicando las reacciones.

También llamado búnker de Chernóbil, el sarcófago de hormigón y acero creado originalmente para aislar los restos no era del todo estanco y la lluvia comenzó a filtrarse al interior. Con el agua, se elevaron las reacciones de fisión y, por lo tanto, el número de neutrones.

En el año 2016, culminaron las obras de un nuevo búnker (NSC, por sus siglas en inglés) construido para recubrir el antiguo. Los científicos pensaron que el problema acabaría, que sería posible desmantelar las instalaciones. Sin embargo, los recuentos de neutrones comenzaron a subir en algunos lugares y han llegado a duplicarse en los últimos cuatro años.

El lugar clave, en ese sentido, es la habitación 305/2 y sus toneladas de combustible enterradas bajo escombros. El gran temor es que “la reacción de fisión se acelere expo­nencialmente”, dice Neil Hyatt, químico de materiales nucleares de la Universidad de Sheffield. “Eso llevaría a una liberación in­controlada de energía nuclear”, aseguró.

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