Cultura

Alberto Cortez, un pampeano universal

Fue uno de los cantores argentinos con mayor reconocimiento en Latinoamérica y Europa, y el primero en musicalizar a Antonio Machado y Miguel Hernández.

Alberto Cortez nació en Rancul, La Pampa. A los 20 años se radicó en España, junto con el armoniquista Hugo Díaz, con quien se presentó en los primeros tiempos en un espectáculo que tenía el equívoco nombre de Argentine International Show and Ballet Group. Recién comenzaban los años 60 y el franquismo estaba en su fase de mayor oscurantismo.

Mientras se ganaba la vida cantando con el seudónimo de “Mr. Sucu Sucu”, musicalizaba a poetas proscriptos por el régimen, como Antonio Machado y Miguel Hernández. Pocos años después, publicaría esos temas en una serie de discos que llevaban el título de Poemas y canciones. Cuando se editó en nuestro país el volumen II de la serie, Ernesto Sábato escribió en la contratapa: “Alberto Cortez devolvió a España aquella gesta de inmolación y morriña, de conquista y soledad, invocando a sus más conmovedores poetas, actualizándolos, devolviéndolos a su pueblo coronados de melodías, de candencias que obligarían a recordarlos en cada esquina del mundo”. Subraya el autor de Sobre héroes y tumbas que lo sorprendió saber que un argentino fuera el que pusiera voz, antes que nadie, a los grandes poetas españoles. En la misma contratapa, Leopoldo Marechal escribió: “Alberto Cortez milita en la nueva corriente de interpretación y comunicación en virtud de la cual la poesía, que se había convertido en un arte de catacumba, vuelve hoy a recobrar la vigencia y el estado público del gozó en las grandes épocas tradicionales”.

Daniel Rabinovich (uno de los integrantes históricos y más emblemáticos de Les Luthiers), recordaba que tuvo muchas oportunidades de verlo actuar a Alberto Cortez: “Siempre me pareció magnífico en escena, carismático e imponente. Tanto en tamaño como en presencia escénica. Y la comunicación con su público, impresionante”. Resaltaba la facilidad con que Cortez afinaba todas las notas y la capacidad de emitirlas con claridad y elegancia. Pero lo que más lo atraía de Cortez era su profunda humanidad: “Es un gigante bueno, no como los de los cuentos infantiles; intentar abrazarlo es una tarea ímproba, y ser abrazado por él, una tarea peligrosa”.

Cantó en los principales escenarios del mundo, pero llevó consigo a su terruño por donde quiera que estuvo. Le bastaba con entrecerrar los ojos para divisar el horizonte pampeano.“No hay paisaje más bello en el mundo para este cantor caminante que aquel que aparece tan pronto quedan atrás las últimas casas de la ciudad y aparece el campo y se extiende la llanura, ese viejo mar donde navega el silencio”, decía.

De vivir su infancia entre paisanos le quedó la costumbre de hacer “gauchadas”. Una inmensa cantidad de sus colegas puede dar testimonio de ello: Victor Heredia, Mercedes Sosa, Facundo Cabral, Pepe Soriano, Alberto Olmedo, Paco de Lucía, fueron algunos de sus más cercanos. Cuando al cantor argentino Rafael Amor le diagnosticaron en España, cáncer en las cuerdas vocales; Cortez convocó a Serrat, para grabar entre un ambos un disco con las canciones de Rafael Amor, para que éste pudiera solventar el tratamiento y tener un seguro por si no podía volver a cantar.

Cuando ese diagnóstico fue desmentido, Cortez, para celebrar, lo llevó de gira para compartir juntos las actuaciones en los mayores escenarios de toda Latinoamérica.

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