Conicet advierte que “sería necesario replantear el modelo agrícola a nivel global”

El investigador del Conicet Horacio Zagarese encabezó un estudio sobre la concentración de dióxido de carbono en ambientes acuáticos, lo que promueve la presencia de cianobacterias.

Este 2020 también será recordado como el año de las cianobacterias, que en el mes de noviembre alcanzaron su pico máximo, cuando tiñeron de un color verde intenso las aguas y playas de la región. En ese entonces, las autoridades municipales prohibieron el ingreso al Río de la Plata en Punta Lara y en el resto de los balnearios de la región, y la mayor preocupación pasó a ser el abastecimiento de agua potable.

En ese marco, Ricardo Echenique, investigador de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires y especialista en cianobacterias y floraciones, explicaba a diario Hoy que la bacteria Microcystis aeruginosa, potencialmente tóxica, “son los organismos fotosintéticos más antiguos en el planeta, todo lo que respiramos se origina bajo la responsabilidad de las cianobacterias. El problema es que pueden producir toxinas de tres tipos: hepatotoxinas, neurotoxinas y dermatotoxinas. Se trata de organismos muy complicados, que pueden ocasionar trastornos muy serios, como casos de mortandad de animales por ingesta de aguas donde estas algas se de­sarrollan”.
40 años, 5.800 muestras

Recientemente, el equipo encabezado por Horacio Zagarese, investigador del Conicet en el Instituto Tecnológico de Chascomús, publicó los resultados de un largo trabajo en la revista Water Research. Para llevarlo a cabo analizó más de 5.800 muestras tomadas a lo largo de los últimos 40 años de lagos y lagunas de Estados Unidos, Estonia, Japón, Nueva Zelanda, Rusia y de unas 60 lagunas de Buenos Aires y La Pampa.

La eutrofización, un proceso cada vez más común y más agresivo en los lagos y lagunas del mundo, es la excesiva disponibilidad de nu­trientes y materia orgánica que se vuelve par­ticularmente grave en aquellos ambientes acuáticos ubicados en regiones densamente pobladas y en zonas de intensa actividad agropecuaria que hace que les llegue una mayor carga de contaminantes, fundamentalmente nitrógeno y fósforo.

Zagarese precisó que “lo habitual era que la cantidad de algas que podía desarrollarse en un cuerpo de agua dependiera de estos dos nutrientes. En la actualidad, se encuentran en exceso en todas las lagunas pampeanas y los factores que limitan la producción de algas pasaron a ser otros. Por un lado, la luz, y, por otro, la disponibilidad de dióxido de carbono, lo cual era algo totalmente impensado veinte años atrás”.

“No todas las algas tienen los mismos requerimientos de dióxido de carbono. Algunas son capaces de fotosintetizar, reproducirse y crecer con menores concentraciones que otras. Entre las más eficientes para crecer en ambientes con bajos niveles de dióxido de carbono se encuentran las que están causando gran preocupación en las costas del Río de la Plata, las cianobacterias, porque tienen mecanismos concentradores de carbono que les permiten aumentar la concentración intracelular de dióxido de carbono por encima de lo que está disponible en el medio. El proceso que ocurre en los lagos es el mismo que se está dando en la costa bonaerense”, dijo.

Zagarese señaló que “es poco lo que se puede hacer” para prevenir los efectos de esta problemática, y concluyó: “El exceso de algas y su acumulación impactan negativamente sobre la calidad del agua, hacen que disminuya su transparencia, que se requieran costosos tratamientos para su uso con fines recreativos o de consumo, y que aumente el riesgo de que estas algas produzcan toxinas. Con el actual modelo de agricultura tan subsidiado por fertilizantes es difícil implementar alguna acción en una laguna particular, porque ellas reciben todo lo que se utiliza en su cuenca. Sería necesario replantear el modelo agrícola a nivel global”.

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