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EL ADN de 27 esclavos identifica a 42.000 parientes vivos en EE. UU.

El estudio del cementerio de una fundición en Maryland ofrece una nueva lectura para el mapa genético de la población afronorteamericana.

A mediados del siglo XVIII, en vísperas de la Revolución estadounidense, los hermanos James, Baker, Roger y Thomas Johnson se fijaron en el potencial del valle a los pies de la montaña de Catoctin, en lo que ahora es Maryland. De allí se podía extraer hierro y carbón, materiales base de la incipiente industria que los primeros colonos europeos llevaron al Nuevo Mundo. En 1776, los hermanos inauguraron Horno Catoctin, que se acabaría convirtiendo, con el paso del tiempo, en la fundición de referencia en la zona. Pero, para que las instalaciones rindieran a pleno pulmón, se necesitaba mano de obra. Y, por aquel entonces, los esclavos eran la opción más viable. Tantos trabajaron allí que, poco tiempo después, en aquel complejo en el que los esclavos hacían las veces de herreros, mineros, forjadores, agricultores e incluso sirvientes de sus esclavistas, se tuvo que crear un cementerio aparte para ellos.

Allí fueron enterrados 27 esclavos que, siglos después, en los años 70 y ya con el horno cerrado (estuvo en funcionamiento hasta 1903), fueron exhumados durante las obras de construcción de una carretera. Aquella veintena de cuerpos fue llevada al Museo Smithsonian, donde se custodian desde entonces. Ahora, la historia acaba de dar un nuevo giro: un estudio genético pionero acaba de revelar que 40.000 personas que viven actualmente en Estados Unidos son parientes de aquellos 27 esclavos que vivieron y murieron en la fundición Catoctin. Y que sus raíces se remontan al suroeste de África y a Europa, sobre todo las islas británicas. Las conclusiones se acaban de publicar en la revista Science.

Este trabajo abre una nueva vía al comparar ADN antiguo con las ingentes bases de datos creadas en los últimos años por empresas privadas dedicadas a hacer test genéticos. “Se combina por primera vez dos desarrollos transformadores en genómica en la última década: tecnología de ADN antiguo, que hace posible secuenciar eficientemente datos de genoma completo de restos humanos, y bases de datos genéticas directas que contienen datos de millones de personas que han dado su consentimiento para participar en la investigación”, explica David Reich, profesor de genética y biología evolutiva en la Universidad de Harvard y coautor del estudio. “Este trabajo demuestra el poder del ADN para brindar información sobre los orígenes ancestrales”.

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