El estrés generado por la pandemia demanda un tiempo de descanso para poder “fomentar el optimismo” perdido durante el 2020

Sin lugar a dudas, el 2020 fue un año complejo en todos los sentidos:

Sin lugar a dudas, el 2020 fue un año complejo en todos los sentidos: la economía y salud de los argentinos se vio compro­metida frente a la llegada del coronavirus.

Más allá de las pérdidas económicas que afectaron a empresarios y trabajadores del país, el temor a enfermarse o a contagiar a un ser querido, el confinamiento y la alteración de las rutinas diarias repercutieron en diversos factores psicoemocionales como el estrés.

Consultado por diario Hoy, el doctor Maximiliano Cesoni, psiquiatra y prosecretario de la Asociación de Psiquiatras Argentinos (APSA), aseguró: “En el mundo se ha visto un aumento en la aparición de ansiedad, agotamiento físico y mental, mayor irritabilidad, crisis de angustia y la sensación de frustración”. “Muchos de esos síntomas son parte de un cuadro que se llama síndrome de burnout, que es un estado de agotamiento físico, mental y emocional que se produce por situaciones laborales que demandan un estrés sostenido, como las que se ven en la pandemia”, añadió.

La pandemia continúa y la aparición de nuevos contagios de coronavirus puede derivar en una vuelta atrás. En este sentido, frente a la necesidad de sanear los efectos de un año complejo, los especialistas remarcan la necesidad de tomarse vacaciones, ya sea fuera o dentro del hogar. “Es evidente que las vacaciones nos permiten a la mayoría de nosotros cortar con el estrés cotidiano asociado a nuestras obligaciones laborales y familiares.

Se supone que las vacaciones inducen emociones positivas, o al menos así las buscan”, explica María Roca, subdirectora operativa del Instituto de Neurología Cognitiva (Ineco).

De acuerdo a la profesional, la salud cerebral necesita enfrentarse a “nuevos ambientes”, aunque para ello no hace falta trasladarse grandes distancias. Tomarse unos días libres para dedicar “mayor tiempo a uno mismo y disfrutar del sol, de las actividades al aire libre, del ejercicio físico y de la posibilidad de relacionarse con otras personas”, agrega.

En concordancia con las palabras de la especialista argentina, un estudio reciente de la Universidad de Pensilvania, en Estados Unidos, asegura que planificar un viaje “fomenta el optimismo”.

Asimismo, cabe destacar que, pese a las grandes aglomeraciones de personas que se observan en la Costa argentina, es posible salir de la localidad de residencia y dirigirse a zonas menos pobladas o concurridas, ya que los beneficios de viajar no solo se aprovechan una vez que llegamos a destino.

Según Matthew Killingsworth, investigador de la Wharton School, planificar una escapada puede ser una experiencia positiva. “Como sabemos que un viaje tiene un comienzo y un final definidos, nuestras mentes tienden a disfrutarlo incluso antes de que empiece”, señaló Killingsworth, y luego agregó: “A veces, la gente prefiere retrasar las experiencias positivas, como un viaje, para poder extender el período de expectación”.

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