cultura

El frustrado regreso de Perón

En 1964 todo estaba dispuesto para que después de nueve años de proscripción el general Perón se reencontrara con su pueblo.

A la 1.30 de la madrugada del 2 de diciembre de 1964, Juan Domingo Perón bajó de una camioneta con ventanillas cubiertas por cortinas en el aeropuerto de Barajas. Subió a la primera clase de un DC8 de 16 plazas con destino a Montevideo. Nadie conocía la lista de pasajeros. La noticia llegó pronto a la Casa Rosada. El propio Perón no se había cuidado de guardar el secreto, había enviado una carta de despedida a la policía española.

A la mañana siguiente –a las 7.35–, el avión aterrizó en Río de Janeiro. Un enjambre de periodistas brasileños pugnaban por obtener unas palabras. Lo recibió el jefe de ceremonial del Ministerio de Relaciones Exteriores, João Lampreia Gracie, quien quiso trasladarlo a una base militar. Perón se negó, alegó su derecho de ser asilado en territorio español. Finalmente accedió. La petición de la dictadura ar­gentina era que fuera devuelto a España en el mismo avión. Y así fue. Juan Domingo Perón tuvo que regresar a España 36 horas después de la partida.

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