cultura
El origen de las fake news
Comenzaron para encubrir las guerras y su auge no se ha detenido desde entonces, manipulando las conciencias y los comportamientos sociales.
El auge de las fake news es un excelente ejemplo de aquello que un escritor sudamericano del siglo XIX quiso marcar cuando dijo que “le tocaron, como a todos los hombres, tiempos difíciles para vivir”: la idea de que cada momento vive lo mismo que han vivido tantos otros como si fuera la primera vez. De pronto, en nuestros días, millones de personas descubrieron que los medios de prensa podían mentir.
Los medios habían sido cómplices de guerras que produjeron millones de muertos: sus mentiras facilitaron la invasión estadounidense de un país asiático, Irak, del que aseguraron que tenía “armas de destrucción masiva” que nunca había tenido – y entonces nadie había hablado de fake news. Cuando George Bush desató esa guerra por el petróleo en nombre de la paz, los medios aterrorizaron a la población con noticias falsas que provocaron récord de venta de cintas aislantes, máscaras antigases y píldoras antirradiaciones. Irak fue arrasado y hambreado por el bloqueo posterior.
Es cierto que las redes sociales aceleraron como nunca antes las fake news. Una muestra de su poder sucedió hacia fines del 2020, cuando una farmacéutica perdió en un par de horas 14.000 millones de euros en la bolsa de Nueva York por efecto de un mensaje supuestamente suyo en X que decía que uno de sus principales productos -la insulina- se volvería gratuito.
Asimismo, en vista de sus fracasos, los grandes diarios clásicos se lanzaron a ofrecer versiones digitales de sí mismos que intentaron, sin lograrlo, reproducir su hegemonía de papel. Pero esas versiones causaron un daño colateral inesperado: su tecnología permitió comprobar al segundo qué relatos convocaban más público y, en días en que muchos editores no manejan ningún criterio firme, la cantidad se impuso como única medida. Los directivos lo justifican por la importancia de su cuenta de resultados y su influencia en la venta de publicidad.
Actualmente, en países muy letrados como Alemania, la proporción de personas que se informa en los medios impresos bajó del 63 por ciento en 2013 al 26 por ciento en 2022.
En 2023, el Consejo Económico y Social (CES) convocó a distintas universidades públicas nacionales a realizar estudios sobre los efectos e implicancias de los discursos de odio y las noticias falsas en las redes sociales. El relevamiento arrojó que más del 50% de las personas encuestadas sufrieron agresiones virtuales al menos una vez y, en lo que respecta al acoso, las principales víctimas fueron las mujeres. La desinformación, las estafas, las expresiones de odio y el acoso fueron los aspectos negativos más mencionados por las personas encuestadas. A su vez, las mujeres fueron las que experimentaron más situaciones de violencia. El estudio se compone por unas 1220 encuestas a individuos mayores de 15 años y entrevistas con especialistas en economía, tecnología, derecho, salud y comunicación, entre otras áreas.
Un tercio de la población entrevistada indicó que diariamente recibe fake news (17,9% varias veces al día y 12,5% al menos una vez al día), mientras que la mitad de la muestra reconoció recibirlas con frecuencia (una vez por semana o más). El estudio mostró que las noticias falsas suelen tratar sobre política y economía, temas que registraron el 78,1% y el 43,5% de las menciones, respectivamente. Las personas encuestadas manifestaron que su reacción más frecuente ante estos contenidos es la indiferencia y el enojo. Por otro lado, algunos de los participantes manifestaron haber eliminado estos contenidos y advertir a sus emisores para evitar la propagación de la desinformación.
Lo cierto es que hoy en día cualquier pequeño grupo puede difundir lo que escriba o grabe en cualquier formato sin tener que pasar por el filtro de ninguna institución ni gran empresa: “publicar” – hacer público- se volvió mucho más fácil.
