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El Rambo de la política argentina

Guillermo Patricio Kelly se fugó de una cárcel, participó de insurrecciones y se autocalificaba de francotirador nacionalista.

Encuadrarlo no sería fácil ni certero. Su biografía tuvo infinidad de vaivenes que lo colocaron en lugares disímiles, cuando no contradictorios. No es mentir asegurar que fue político, francotirador, revoltoso y que destapó ollas en aras de la justicia. Guillermo Patricio Kelly fue ex dirigente de la Alianza Libertadora Nacionalista, llegó a manejar la conducción, a derrocar a Juan Queralto, y a oponerse al nazismo, al fascismo y al falangismo. Después de 1955 le tocó- sin ser peronista- mucha cárcel y fugas. Tan amigo como enemigo de innumerable políticos, diplomáticos, militares y gremialistas, simpatizó con lo popular y nacional del justicialismo.

Su audacia lo llevó a las empresas más increíbles. Siempre apoyado en detonantes declaraciones, críticas y denuncias. Le gustaba llamarse Rambo a sí mismo. Kelly disfrutaba de ser el centro de atención. Cambiaba de bando sin ningún prurito y sin dar explicaciones, pero siempre lo hacía con el mismo énfasis. Arrastraba las palabras, levantaba la voz, su coraza era un perpetuo enojo.

Su padre Guillermo Alberto Kelly Sáenz era médico, de origen irlandés. Estuvo en el sur, destinado al hospital que luego se integró a la Marina de Guerra, tocándole atender el penal de Ushuaia. Era de orientación radical. Su madre María Rosa era de origen español. Cursó en el Colegio La Salle de Buenos Aires, aunque no finalizó sus estudios secundarios. Su padre murió cuando era menor, en 1935.Junto a su hermano Enrique Alberto abrieron una cartonería que bautizaron “San Patricio”, que funcionaba en Carlos Pellegrini 671. A los veinte años ya estaba casado con Beatriz Rodríguez y en 1943 nació su hija Martha Beatriz.

Precisamente desde aquel año no paró un segundo en la lucha por el país, que era también una manera de luchar por él. En un reportaje con la revista Humor el propio Kelly aseguró: “El 4 de junio de 1943 recuerdo que salieron grupos de nacionalistas que propugnaban la toma del poder para derribar a la oligarquía. Yo estaba en una fábrica que tenía y me habían avisado que mi mujer iba a dar a luz. Fui a buscar el coche para ir al sanatorio y me topé con una manifestación que gritaba ´Patria si, colonia no´, algo nuevo para mí, que no entendía nada de política. Me gustó la cosa y como buen nieto de irlandés me metí en el medio”.

Se lo quiso catalogar como un peronista nacionalista independiente. Pero Kelly prefería definirse como “francotirador nacionalista independiente”; más que la política interna y los partidos políticos, le interesaba la suerte del Estado nacional. Su búsqueda de información, sus denuncias sobre ciertos temas algunas veces han sido desacreditadas. No obstante, Kelly afirmaba no ser “verdugo ni fiscal de nadie” y que tenía derecho a hacer lo que hacía por haber estado tanto tiempo en las celdas y por las torturas que sufrió en nombre de la democracia “gorila”.

El 6 de enero de 1956 fue trasladado al reabierto penal de Ushuaia. Las condiciones de detención resultaban muy duras. Compartía esa situación con Héctor Cámpora, Oscar Albrieu, Alejandro Leloir, John W. Cooke, Oscar Nicolini, entre otros. Con motivo de los hechos de junio de 1956, sufrieron amenazas y simulacros de fusilamientos.

A fin de año, un grupo más chico, fue trasladado al penal de Río Gallegos. En marzo de 1957, Kelly junto a Cámpora, Cooke, Antonio, Gomis y Espejo logró escapar de la cárcel de Río Gallegos. Se desplazaron hacia Chile. Fueron detenidos en la penitenciaría de Santiago. Fueron procesados. Todos los prófugos fueron sobreseídos, con excepción de Kelly sobre quien pendía una pena en la justicia argentina por un homicidio de un sereno de un local del PC de apellido Blanco. Mientras estaba detenido colaboró con el líder del Comando Chile y delegado de Perón, John W. Cooke. Alentaba el trabajo de grupos que seguían considerándose aliancistas: radios clandestinas desde Chile, ingresos a la Argentina para inspeccionar, traslado de materiales explosivos, reproducción de volantes y mensajes. También diseñó una magna operación insurreccional para el último trimestre de 1957, que llevaba el nombre de “Belfast” y que finalmente no fue desplegada. Kelly solía manifestar – como mantra de conciencia- que cuando la ley fuera intocable para todos y tocables todos, “este país tendrá una salida”.

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