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El vino, entre dioses y amores: una relación con la humanidad con mucha historia

El origen del vino se remonta a miles de años atrás. Los mitos que dieron origen a la relación del ser humano con el fruto de la vid y su influencia en el arte de todas las culturas.

El vino, más allá de un consumo gastronómico, es un elemento cultural que desde hace 8.000 años está fuertemente enlazado con el ser humano y de sus efectos dieron cuenta mitos, esculturas, pinturas, escritos y hasta tiene protagonismo absoluto en algunas religiones, como el catolicismo, donde es nada más y nada menos que “la sangre de Cristo”.

Según los estudiosos en la materia, una de las referencias más antiguas sobre esta bebida que nace de la uva fue registrada Antiguo Testamento, que en el Génesis señala que Noé “comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña; bebió el vino y se embriagó”; no es la única, sino que el brebaje se menciona en varios pasajes de la Biblia.

El vino en Grecia, Roma y Egipto

Entre dioses, diosas y héroes de las diferentes culturas antiguas, el vino se vuelve uno de los protagonistas indiscutidos en las diversas historias y mitos que por años guiaron a los diversos pueblos.

Vale señalar que fue el pueblo de los fenicios el que expandió las técnicas para llegar a la bebida a lo largo de la zona del antiguo Mediterráneo y llegaron a expandir el cultivo en la parte del norte de África.

En Roma y Grecia diseñaron al dios del Vino, Baco y Dionisio, respectivamente, ambos venerados por sus “poderes embriagadores y afrodisíacos”. En honor a ellos se organizaban grandes fiestas donde la bebida abundaba, pero también los manjares en la mesa y los placeres sexuales.

En Egipto, no quedaron fuera los alcances culturales del brebaje, ya que apareció también representado en los jeroglíficos de tumbas y paredes de templos; pero también se hallaron viejísimas vasijas que datan de miles de años, donde hasta estaba mencionado el productor y de dónde venía, con el fin de dar cuenta de la calidad de la bebida.

Cómo nació el dios del Vino

El mito más fuerte sobre el nacimiento de Dionisio, el dios del Vino, llega desde Grecia —los romanos luego lo adaptaron— y este era hijo de Zeus, el más importante de los dioses del Olimpo, y de Perséfone, la diosa de los muertos.

La esposa de Zeus, la diosa Hera, llena de celos ordenó a los titanes asesinarlo, quienes lo hicieron. El dios del rayo y el trueno se enteró, pero lo pudo revivir a partir de su corazón y Dionisio nació como un semidios.

El niño creció entre ninfas hasta convertirse en un joven hermoso y muy alegre, que descubrió el cultivo de la vid y el vino, lo que lo llevó a recorrer muchos lugares enseñando los secretos del arte del vino.

Los romanos readaptaron este mito a su cultura, lo llamaron Baco y tuvo una enorme influencia en el arte, por ejemplo, el Museo Vivanco de la Cultura del Vino (Briones, España) cuenta con más de 117 obras relacionadas con el dios. Por mencionar algunas de las obras, se destaca un mosaico del siglo II después de Cristo, donde se aprecia el rostro del dios con una corona de hojas de parra; asimismo hay grabados en los que se ven diferentes momentos de la vida de Baco, elaborados por reconocidos artistas como Giulio Romano, Francesco Bartolozzi y Jacob Matham, entre otros.

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