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Entrevista a Virginia Feinmann

Conversamos con una escritora capaz de tallar un mundo en un microrrelato o internarse con enorme delicadeza y habilidad en los temas más sombríos.

Sus primeros relatos los hizo conocer por las redes sociales. La repercusión que alcanzaron hizo pensar a los editores en reunirlos en libros. Así nacieron “Toda clase de cosas posibles”, “Personas que quizás conozcas” y su obra más reciente “Para que estés más cómoda”, textos plenos de sutileza y horror, en los que el lector es enfrentado a ciertas verdades sobre sí mismo que desconocía o llevado, casi sin darse cuenta, a sótanos de la condición humana.

—Uno de los grandes temas de tus relatos el abuso. ¿Qué de distinto puede aportar la literatura sobre el tema?

—En principio, a diferencia de lo que es una noticia, donde la información siempre está entregada de manera muy plana y apelando al morbo, la literatura invita a abordar el tema de un modo más amable, con más gamas de sentido. A veces uno puede entrar sin querer al tema y encontrarse después que estamos escribiendo sobre abuso.

—Se establece otro tipo de relación.

—Hay estudios de neurociencia que vinieron a confirmar todo lo que intuitivamente sabíamos. Está medido cómo responde el cerebro a la lectura de ficción. Cuando alguien lee buena ficción, a diferencia de una noticia, el cerebro hace un procedimiento intelectivo donde parece que vos estás viviendo esa situación y, a la vez, te prepara para ella. Tu cerebro te enseña y te involucra mucho más que al leer los datos duros.

—Produce una mayor empatía.

—Ahí la empatía es fundamental. La literatura muestra todo el abanico que tiene el abuso de seducción, del trabajo previo del pedófilo, de culpa de la víctima por cierta participación involuntaria, lo que es el entorno que sabe pero no dice. Todo eso al verlo desde los medios puede quedar por fuera.

—A diferencia del tratamiento periodístico, la literatura tiene un poder de sugerir que es más fuerte que cualquier explicitación.

—Sí, exacto, a mí por lo menos me gusta trabajar así. Hay otros autores y autoras que muestran más de lo que sugieren, son más explicitos. Por ejemplo, Aurora Venturini tiene un texto que es El marido de mi madrastra, extremadamente desbordado, escatológico, que más bien te produce un rechazo. Claro que ella maneja humor por lo general. A mí me gusta narrar este tipo de hechos desde una estética muy velada. Aunque los cuentos tratan de abuso, nunca se dice la palabra abuso, nunca se nombra con todas las letras lo que está sucediendo y queda más bien sugerido.

—Tus textos no se agotan en el tema del abuso.

—También hay escenas de mucha incomodidad como la consulta médica, el geriátrico, donde el borde entre los límites de nuestro cuerpo, la subjetividad y quien avanza (el médico) está un poco violentado, y es muy incómoda la posición de decir esto fue o no fue.

—Se nota un gran cuidado en tu manejo de las palabras, en el cómo se va desarrollando la historia y la construcción de los climas.

—A lo mejor tenga que ver también con la voz de quien narra. Si narra una niña, ella va a ver ciertas cosas y expresarlas de cierta manera. Entonces yo ahí pensé: narran voces medio impedidas de entender por completo. Ahí hay una oportunidad de no contar del todo, porque la niña si no entiende, para nosotros va a estar expresando eufemismos. En vez de hablar de abuso, habla de que va a ser mamá. Entonces ahí se genera un poco la incomodidad, la extrañeza.

—En muchos relatos tuyos, de lo familiar se vira a lo siniestro, como si en los hilos de lo cotidiano acechara una amenaza, lo ominoso.

—Lo que era familiar y deja de serlo. Se produce ahí una distancia con todo lo que vos conocías, y está ese milímetro de "¿ella era mi madre?". Freud decía "lo muerto que parece vivo". Me produce un efecto siniestro, porque hay algo que está corrido.

—Vale recalcar que tus textos son profundamente literarios no solo denuncia.

—Siempre me interesó que fueran profesionales, que literariamente fueran buenos. Después tuvieron otras apropiaciones que no manejé y que de todas maneras agradezco. Se están trabajando en escuelas secundarias, llamaron de la dirección general de ESI, donde todavía hay Ministerio de Educación, y estamos trabajando con el libro con capacitación a las referentes ESI de toda la Provincia. Que el libro después sea una herramienta para dar talleres sobre abuso y de un modo más creativo a invitar a abrir los ojos o reflexionar sobre el tema, lo agradezco. Lo que quiero es escribir, siempre.

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