cultura
Hallazgo: un relato inédito de Alejandro Dolina
Fue escrito a mediados de la década del 70 y no fue publicado en ninguno de sus libros
"Y llegó el año tres mil doce.
Los sirianos lo recibieron embriagándose y derramando su risa verde sobre la Tierra.
Con una sola fumigación de su gas mágico y mortal habían exterminado a todos los terráqueos.
Ese año iban a empezar a recorrer los continentes para hacer estudios. (Los sirianos eran gente de paciencia y se tomaban su tiempo para todo).
Y empezaron por el Sur. Recorrieron una vasta planicie de vientos grises y una llanura verde que crispaba los nervios.
En el quinto año llegaron a una gran ciudad.
Entraron por el sur atravesando un viejo puente, y transitaron un barrio marrón de calles angostas y conventos de ecos lúgubres.
Encontraron en el centro de la gran metrópolis un monumento inexplicable de líneas agudas.
Y un día descubrieron que en aquella ciudad no todo estaba muerto.
Por las noches, el viento del Sur parecía traer ecos de extrañas melodías.
Y en los parques del Norte se oían leves susurros, como juramentos...
Y en las calles empedradas del Oeste se adivinaban sombras misteriosas.
Los sirianos –por las dudas– fumigaron con su gas toda la ciudad.
Pero fue inútil. En todos lados persistía un apagado rumor de pasos de otros tiempos.
Y en todos lados flotaba una tristeza dulce e inmortal que se fue apoderando de todos los sirianos.
Aquella ciudad vivía. Sus habitantes se habían muerto, pero la ciudad vivía. Luntor –el más viejo de los sirianos– paseaba una tarde por un vetusto cementerio. Entonces una estatua de bronce le sonrió.
Y, sin saber por qué, como si lo hubiera hecho siempre, el siriano silbó una nostálgica melodía de dos por cuatro”.