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La historia del Torreón del Monje, el emblema marplatense que no pierde vigencia

Se trata de una de las principales joyas edilicias de la Costa Atlántica argentina. Su creador, las influencias y un origen lleno de misterios.

El sol, la arena, el mar y una de las postales más lindas de la ciudad de Mar de Plata confluyen sobre el Paseo Jesús de Galíndez, Punta Piedras, a pasos de la playa Las Toscas y de la avenida Patricio Peralta Ramos.

La fusión entre tradición y modernidad en un solo lugar, un sitio de encuentro de varias generaciones y que fue testigo de una gran cantidad de transformaciones que tuvieron lugar en la costa de la ciudad. La identidad del Torreón del Monje, sobre las costas del océano, se mantiene intacta.

Esta construcción de influencias góticas fue donada por Ernesto Tornquist, empresario argentino, miembro de la aristocracia y benefactor de la ciudad. Tornquist se dedicó a realizar numerosas obras públicas en Mar del Plata, con la misión de poder embellecer la ciudad que había elegido como su hogar.

El arquitecto Carlos Nordmann fue el encargado de llevar a cabo las obras. El objetivo era crear un edificio que transmitiera encanto y que tuviera un estilo medieval, que recordara a las antiguas fortalezas europeas.

Fue inaugurado el 28 de febrero de 1904 y se destinó desde un principio al establecimiento de una confitería bajo la órbita de la Comuna. Al poco tiempo, el poeta chileno Alberto del Soler fue el ideólogo de la leyenda bajo la cual nació el nombre de Torreón del Monje, quien imaginó una fortaleza medieval y un templo jesuítico con tres fantasmas en su interior: un indio, un monje y una mujer vestida de blanco.

Leyenda

Cuenta la leyenda que hacia finales del siglo XVII existía una fortaleza sobre Punta Piedras, construida por el padre Ernesto Tornero. En esa torre vivía un soldado llamado Alvar Rodríguez, quien protegía la fortaleza y mantenía relaciones amistosas con los habitantes de un pueblo originario proveniente de Laguna de los Padres.

Así conoció a Mariña, una hermosa india con quien comienza a frecuentarse y nace un apasionado romance, el cual causaría el enojo del cacique Rucamará, quien también pretendía a Mariña.

Rucamará decide entonces asaltar la fortaleza con el objetivo de apoderarse a la fuerza de la hermosa india. Su ataque tiene éxito y se atrinchera en el Torreón. Pero el soldado logra escapar y promete volver a rescatar a Mariña y recuperar la Torre.

Tras varios asaltos fallidos con sus fuerzas aliadas, Alvar Rodríguez, recurre entonces a una joven india llamada Nalcú, que había sido desplazada por el cacique y estaba dispuesta a traicionarlo. Nalcú visitó al cacique y con una poción lo adormeció, a él y a Mariña. Entonces pactó con los españoles para que atacasen a la fortaleza. En medio del ataque Rucamará reacciona y toma a Mariña sobre su corcel emprendiendo la huida, Rodríguez inicia su persecución, y al verse acorralado, el cacique montando a caballo se arroja al mar con su amada desde lo alto de la barranca. El soldado recupera el fuerte al precio de perder a su amor y así vivirá encerrado en la Torre por el resto de sus días convertido en Monje.

“Se cuenta que en noches de luna llena se oye el galopar de un caballo y se ve en lo alto de la torre la figura de una hermosa mujer morena vestida de blanco”.

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