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La mujer que escondió su identidad en la literatura

Cecilia Böhl es una escritora hoy poco nombrada, pero fue muy popular en el siglo diecinueve introduciendo en España el costumbrismo.

Hija de un científico alemán y de una mujer oriunda del sur de España, Cecilia Böhl fue conocida por su seudónimo literario Fernán Caballero. Su primer libro lo escribió en alemán; el segundo, en francés y las novelas siguientes, en español. Su obra, muy leída aún, consta de más de dieciséis volúmenes. Creó en España la novela realista, en la que paisajes y gente se describen con limpieza y empatía, pero dejando entrever intenciones moralizantes.

A pesar de que su familia se instaló en Cádiz cuando Cecilia tenía solo un año de edad, en 1805 se trasladaron a Alemania debido a las guerras napoleónicas. Allí ingresó en un internado donde se sumergió en la cultura francesa, llegando a dominar su idioma con total destreza. Lo cierto es que vivió su pasión literaria como un permanente juego de espejos, ocultando necesariamente su identidad. De modo que protegió gran parte de su obra no solo bajo un falso seudónimo, sino que también la mayoría de los retratos con los que pasó a la historia —pinturas, grabados y dibujos— son falsos. Cecilia Böhl de Faber se casó tres veces, la primera, a los 19 años con un capitán de infantería que murió al año siguiente en Puerto Rico, reincidiría en segundas nupcias con el marqués de Arco Hermoso y, por último, con Antonio Arrom de Ayala, que tenía una situación económica complicada.

En uno de los viajes que hizo a Madrid, Antonio Arrom de Ayala afirma que llevó “sin conocimiento de su autora” el manuscrito, en francés, de la novela La Gaviota, para gestionar su publicación en una revista de París. Se propuso que se publicara en castellano, aunque ella no sabía nada al principio. Finalmente, se publicó por entregas y con muchísimo éxito en El Heraldo de Madrid como folletín, entre mayo y junio de 1849.

Cuenta el escritor español Padre Coloma, con el que tenía una buena amistad y que trazó una pequeña biografía de ella con el título de Recuerdos de Fernán Caballero, que ella buscó su pseudónimo, miraron periódicos que había sobre la mesa, a la caza de un nombre cualquiera para firmar sus obras, y encontró al azar el nombre de la víctima de un asesinato cometido en un pueblo de la Mancha. Le gustó el nombre por su “sabor antiguo y caballeresco”.

Era una mujer cosmopolita, de excelente formación, que nació en Suiza y vivió en España, Alemania y Puerto Rico y podía leer en francés, inglés, alemán e italiano. Alguna vez señaló durante un reportaje: “Mis críticas son ligeras y sin hiel, porque no la hay en mi corazón, y la detesto en literatura”. La mayoría de sus novelas alcanzaron un gran éxito, devoradas por un público que las esperaba con avidez. Entre sus libros, están, La familia de Alvareda, Clemencia o La Gaviota, con la que apareció en España el costumbrismo, la antesala de la novela realista y naturalista con lo que podría decirse que es iniciadora de la novela moderna en ese país.

Según la crítica literaria Blanca de los Ríos, sus libros supusieron “el primer intento de folklorismo o demopedia en España”. Estas novelas tenían un carácter eminentemente didáctico, preconizando una férrea moral y alabando la vida pobre pero honrada del pueblo andaluz. Concebía sus novelas como documentos que reflejaban fielmente la vida cotidiana. Incluso llegó a decirse que “Fernán Caballero” asumió también un nuevo modelo de feminidad, en el cual las mujeres adquirían un papel activo en la regeneración católica y nacional.

Hacia 1863, sin embargo, Cecilia se quedó en una situación económica muy precaria y pidió la protección de los duques de Montpensier y la reina Isabel II, que le cedió como vivienda una de las casas del Patio de las Banderas del Alcázar de Sevilla. Tras la revolución de 1868, se pusieron en venta esas casas, de modo que una vez más tuvo que trasladarse buscando una suerte que ya le era esquiva. Falleció en 1877, a los 80 años, en compañía de la infanta Luisa Fernanda.

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