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La NASA estudia vestigios de una estrella que explotó hace 20.000 años

La agencia lanzó un cohete cuya misión es estudiar los remanentes de una supernova que se cree que tiene 20 veces el tamaño del Sol.

La NASA emprendió una ambiciosa misión destinada a desentrañar los secretos de una supernova que estalló hace más de 20.000 años. En el centro de este proyecto se encuentra la Nebulosa del Velo, una vasta nube de polvo y gas que se cree posee una envergadura unas 20 veces mayor que la del propio Sol.

En esta línea, la sonda está equipada con un avanzado instrumento de espectroscopía e imágenes. Además, tiene la tarea de recolectar datos cruciales sobre los vestigios de esta explosión estelar que residen en la constelación del Cisne, a aproximadamente 2.600 años luz de nuestro planeta.

A través de una rápida inmersión en el espacio, alcanzando altitudes de hasta 240 kilómetros, la sonda pudo observar la Nebulosa del Velo durante un breve lapso, capturando la luz en longitudes de onda ultravioleta lejanas para iluminar los gases que la componen. Posteriormente, la sonda regresó a la Tierra en una arriesgada maniobra de aterrizaje en paracaídas.

La importancia de este estudio radica en su capacidad para arrojar luz sobre el ciclo de vida de las estrellas y la formación y redistribución de elementos pesados en el universo. Dada la continua expansión de la nube, este entorno proporciona un escenario ideal para explorar cómo las estrellas moldean la creación de nuevos sistemas estelares.

Brian Fleming, investigador principal de la misión, subrayó que “las supernovas tienen un enorme impacto en cómo se forman las galaxias”. Agrega que el objetivo de este trabajo es examinar cómo la Nebulosa libera energía en nuestra propia Vía Láctea al capturar la luz emitida en el preciso momento en que la onda expansiva colisiona con el gas frío circundante.

Por otra parte, Emily Witt encargada del ensamblaje, pruebas y posterior análisis de datos, expresó su entusiasmo por estas mediciones pioneras. “Con esto, podremos entender mejor cómo los elementos de la supernova se mezclan con el entorno que los rodea. Es un gran avance hacia la comprensión de cómo el material de las supernovas puede eventualmente contribuir a la formación de planetas, como la Tierra”, afirmó.

Finalmente, una vez que la sonda regrese a la Tierra y se procesen los datos recopilados en el espacio, los investigadores tienen previsto realizar los ajustes necesarios en el instrumental para futuros lanzamientos.

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