La ruta de la venta de cobre deja a los vecinos con los “cables pelados”
Cada vez son más los frentistas que sufren apagones o tienen las cuadras a oscuras por conexiones que fueron violentadas en la vía pública. El destino del cobre y los riesgos para quienes están involucrados en esta clandestina actividad.
Eleonora es una vecina de Berisso que hace muchos años tiene a cargo la limpieza de uno de los edificios de calle 59 entre 14 y 15, a metros de un reconocido laboratorio de análisis clínicos de la ciudad. Esta semana, a diferencia de lo que había ocurrido durante el resto del mes de marzo, las columnas de iluminación dejaron de funcionar y los cables aparecieron violentados y salidos de las estructuras en la puerta de su lugar de trabajo.
La escena remite a lo mismo que les pasa a muchos vecinos de la zona de 6 y 516 en Ringuelet, en algunas cuadras de Tolosa, y principalmente en Barrio Norte, en el barrio que está en las inmediaciones del Hospital Español.
El robo de cables de cobre para su posterior comercialización se ha convertido en una actividad tan peligrosa como clandestina e ilegal, que no solo pone en riesgo la vida de quienes la impulsan, sino que genera un perjuicio en las casas y en las cuadras que muchas veces tarda semanas y hasta meses en repararse.
De acuerdo a un relevamiento realizado por diario Hoy, el kilo de cobre que se saca de los cables de luz que son pelados una vez que se arrancan de las estructuras lumínicas se puede llegar a pagar hasta 500 pesos. Es decir que para hacer una gran diferencia en las chatarrerías o lugares que se dedican a compraventa de metales, hay que juntar por lo menos entre 10 y 50 kilos. Para ello, algunas personas recorren las cuadras de los barrios y observan el movimiento. En estos días de feriado por Semana Santa se incrementaron los destrozos en las columnas de iluminación y los frentes de edificios, y si bien la Policía ejecutó detenciones en 10 y 36, 11 y 38 y en otras zonas de la región, la realidad es que es una modalidad cada vez más usada en La Plata.
Las consecuencias son literalmente negativas: las víctimas quedan con “los cables pelados” al no poder contar con la luz, y mucho más en estos últimos días en donde las altas temperaturas invitaron a usar aires acondicionados o ventiladores de techo. Pero no. En los hogares afectados elevaron el reclamo y esperan que lo vayan a arreglar.
Hace un mes, sin ir más lejos, un ladrón de cables quedó electrocutado en el frente de un edificio de Tolosa, pero al parecer, para otras personas que se dedican a lo mismo, esto no sirvió ni siquiera de advertencia por los riesgos que implica cortar los cables para pelarlos y luego venderlos.