Los desprotegidos en la pandemia de coronavirus
Con la mirada puesta en la situación sanitaria, niños, niñas y adolescentes quedaron desamparados y expuestos a situaciones de violencia, explotación y abuso.
Debido a que la pandemia interrumpió gravemente los servicios de prevención y repuesta, Unicef advirtió que 1.800 millones de niños y niñas quedaron sin protección frente a posibles casos de violencia, explotación y abuso.
“En general, los grupos de niños, niñas y jóvenes son los sectores más vulnerables y, cuando existen crisis, como esta pandemia, ellos no son la excepción. Se recrudecen todas las situaciones que viven en condiciones de vulnerabilidad, carencia, desigualdad, pobreza y violencia. De alguna manera, las medidas de control, desde el Estado, en nuestro país, y en el mundo, se elastizaron por tener que hacerle frente a una pandemia”, explicó a diario Hoy la psicoanalista y directora ejecutiva de Aralma, Sonia Almada.
Según el sondeo socioeconómico que realizaron desde las Naciones Unidas, en 104 de los 136 países encuestados se reportó una “interrupción o suspensión de servicios como las visitas domiciliarias de trabajadores sociales y especialistas en el bienestar infantil de mujeres y niños en riesgo de sufrir abusos".
Almada detalló: “El papel de las redes de contención, como escuelas, clubes, comedores o merenderos es fundamental, porque son los primeros detectores de situaciones de la violencia que pueden padecer niños y niñas”.
Al ser consultada sobre la manera en la que puede detectarse a una víctima, la investigadora de infancias precisó: “Los niños siempre piden ayuda, con síntomas, con gestos, a través de un dibujo, un juego, o por medio de las palabras. Si todos estamos atentos e instruidos en estas cuestiones de poder observar qué le pasa a un niño y brindarle ayuda, podría darse un cambio positivo”.
Un estudio realizado por la asociación civil que se dedica a la asistencia, investigación y capacitación en infancia, adolescencia y familia, Aralma, reveló que, en Argentina, una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños es abusado sexualmente. Además, a través de una encuesta realizada a progenitores se concluyó que un 80% castiga físicamente a bebés y niños.
“Las secuelas de la violencia vivida en la infancia son enormes. De alguna manera, la vida se queda hipotecada hasta poder elaborar ese dolor”, refirió Almada, y agregó: “Con ayuda especializada, se puede resolver y la persona logra una vida digna. Aunque nunca se va a olvidar de los hechos padecidos, los integra sabiendo que fue un sobreviviente”.
“Para erradicar la violencia infantil se necesita un cambio cultural. En general, el mundo adulto mira a los niños como objetos. Nosotros hablamos de una mirada adultocéntrica, donde se piensa, primero, en la satisfacción del adulto, antes que en las necesidades de los infantes”, concluyó la psicoanalista, a la vez que insistió en la importancia de escuchar las voces de los pequeños.