CULTURA

Los Jaivas: pioneros en fusionar el rock y el folklore

El grupo chileno fue el único de proyección internacional que consiguió hacer un estilo musical reconociblemente americano sin que los rockeros dejaran de sentirlo uno de los suyos.

Fue el primero –y el mejor–grupo que fusionó ritmos andinos con el sonido del rock, valiéndose además de la riqueza armónica de las estructuras de la música clásica. Nacieron como un grupo colegial de rock, en Santiago de Chile, llamándose High Bass. Si bien no tenían un parentesco directo con Violeta Parra, un tronco común los unía con ese clan artístico a tres de los integrantes del grupo: Claudio, Eduardo y Gabriel Parra, quienes, junto a Eduardo (Gato) Alquinta y Mario Mutis, formaban esa banda que hacía bailar a los adolescentes en las fiestas del colegio.

Jaiva llaman en Chile a un molusco marino típico del sur del Pacífico. Ese fue el nombre que adoptaron en una metamorfosis del grupo que implicó asimilar todo el rico folklore de su tierra, interpretado desde una sonoridad en la que el rock campea. También reconocieron como fuente de inspiración la música clásica, aportada por Claudio Parra, concertista de piano, quien en sus arreglos enriqueció los temas con una vertiente sinfónica.

La dictadura de Pinochet marcó un quiebre en la historia del grupo. En 1974 se radicaron en la Argentina, viviendo con sus familias en una gran casona en Zárate. Habían cruzado la cordillera con dos discos en su haber, y una canción que se convertiría en una suerte de himno latinoamericano, Todos juntos, que en 2001 volvería a convertirse en un hit, esta vez, en la voz de Soledad.

La vida en Argentina no fue fácil, ya estaban en el aire los fermentos del terror que se abatiría sobre nuestro país a partir de 1976. Sin embargo, Los Jaivas editaron, en 1975, un disco –que lleva el nombre del grupo- que les permitió crearse un grupo nada desdeñable de seguidores en nuestro país. Fueron convocados a varios programas de televisión y actuaron en el Teatro Coliseo de Buenos Aires, acompañados por la Orquesta Sinfónica de Buenos Aires, dirigida por el maestro Juan Carlos Zorzi.

En un reportaje que les hicieron en la revista Expreso Imaginario, en febrero de 1977, decían: "Nosotros hemos hecho tres músicas paralelamente. La música con orquesta sinfónica, las canciones y los temas libres, es decir, la música de improvisación. Esta última ha ido dando paso cada vez más a una música elaborada, dentro de la cual podemos distinguir por un lado canciones y por el otro temas instrumentales, como Tarka y ocarina, que es un tema elaborado pero surgió de una improvisación, como casi todos los temas del grupo, por otra parte”. En esa misma entrevista alertaban sobre la locura que se había desatado en nuestras tierras, y que la única manera de sobreponernos a ella era afirmándonos en nuestras raíces: “Porque el planeta es un ser, y nosotros somos ramitas de ese ser”.

A principios de 1977, Los Jaivas se radicaron en Europa, con el apoyo de una grabadora que creyó que la música genuinamente americana podía abrirse camino en el Viejo Continente. Se instalaron en una antigua casona de París, y el 22 de junio de ese año dieron su primer recital, presentando “La nouvelle musique de Amerique du Sud”. A partir de allí, tuvieron una agenda incesante de actuaciones en prácticamente todos los países europeos. Alcanzando un gran éxito también en la Unión Soviética, donde registraron el álbum en vivo Los Jaivas en Moscú.

Una carrera rutilante que llego a su cenit con Alturas de Machu Picchu, una obra basada en Canto General de Pablo Neruda, y que tendría como correlato una película hecha para la televisión chilena, en la que el narrador es Mario Vargas Llosa. Posteriormente, a instancias de Radio Francia, hicieron un disco en homenaje a Violeta Parra, asumiendo enteramente la tradición musical a la que sumaron su nombre.

Llama la atención que ese ancho camino abierto por ellos no haya tenido continuadores. Solo el grupo chileno Congreso –que visitó por primera vez nuestro país en 1977-, y algunos momentos de Divididos –cuando tuvieron de invitados a Jaime Torres, el Mono Izarrualde o Micaela Chauque- fueron capaces de juntar en un mismo caudal las aguas del rock con las corrientes del folklore.

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