cultura

Los privilegios más ridículos de la historia

El rey era considerado como un representante del poder divino en la Tierra.

Los monasterios que cosechaban mucho vino y sólo consumían una parte no tardaron en establecer tabernas para expenderlo al por menor, y esa costumbre de vender- en el mismo lugar- el vino cosechado en los viñedos fue puesta en práctica no sólo por los grandes señores, sino por el mismísimo rey, con este privilegio para el monarca y la nobleza: mientras tuvieran taberna abierta, todos los demás taberneros debían abstenerse de vender vino. Ese privilegio exorbitante devino en el derecho de bando de vino y siguió en vigor hasta el siglo XVII.

Hasta el siglo XVII, todos los cisnes de Inglaterra eran propiedad de la Corona o de personas especialmente autorizadas por ella, mediante la observación de un rígido código de estatutos y costumbres. Asimismo, un regimiento inglés tiene el curioso privilegio de no ponerse en pie para el brindis por el rey. Supuestamente, este derecho les fue concedido en recompensa a su lealtad; los escépticos, sin embargo, sostuvieron -por el contrario- que habiéndose embriagado los oficiales de aquel regimiento delante del regente, éste tuvo que aconsejarles prudentemente que permanecieran sentados.

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