Marchas, recuerdos y una memoria activa en la ciudad de los “lápices”
Hace 47 años, La Plata estaba a punto de escribir una de las historias que marcaron a fuego el proceso militar en nuestro país. Familiares, allegados y amigos de los estudiantes que fueron secuestrados la madrugada del 16 de septiembre de 1976 recordaron lo ocurrido y anticiparon los actos que se realizarán en la ciudad.
Casi medio siglo ha transcurrido desde aquella trágica y triste noche del 16 de septiembre de 1976 que marcó la historia de la ciudad de La Plata por el compromiso militante de un grupo de adolescentes que luchaban para pedir el boleto secundario gratuito para poder viajar a las escuelas y educarse.
La capital provincial fue protagonista de uno de los más sangrientos operativos que impulsó el gobierno militar, que había tomado el gobierno el 24 de marzo de 1976, cuando diez personas fueron secuestradas de sus casas o de los lugares en los que estaban alojados para ser interrogados, puestos en cautiverio y, a excepción de algunos, terminaron desapareciendo y nunca más se supo de ellos.
Los arrebataron de sus familias a tan solo 15 o 16 años de haber nacidos y sus hermanos, padres o abuelos no volvieron a verlos nunca más.
Las víctimas del operativo montado hace 47 años por las calles de nuestra ciudad fueron Claudio de Acha, María Clara Ciocchini, María Claudia Falcone, Francisco López Muntaner, Daniel Racero y Horacio Ungaro. También fueron secuestrados, pero sobrevivieron, Gustavo Calotti, Pablo Díaz, Patricia Miranda y Emilce Moler.
Este suceso derivó en la filmación de una película que se rodó a mediados de la década del 80 por las calles de La Plata y que fue una de las pocas en la historia del cine nacional que tuvo exclusivamente como protagonista a nuestra ciudad.
Allí aparecieron imágenes de la comisaría Primera, del colegio Nacional, de la Plaza Rocha y de algunos Ministerios a los cuales los estudiantes se habían movilizado para reclamar por el boleto.
La hermana de Horacio Ungaro recordó su lucha: “Es tan importante recordarlo porque con su corta vida hizo tanto, quedó el legado de un boleto estudiantil secundario que al día de hoy se sigue usando. Porque si bien existe el boleto es porque hubo jóvenes que lucharon para para conseguirlo frente a una hiperinflación muy grande que había en el 75. Tengo mi hijo mayor que se llama Horacio y a su vez él le puso el mismo nombre a su hijo, y vive la desaparición de una manera que me dice que me va ayudar a buscarlo”, comentó Marta Ungaro.