Noviembre, el mes ideal para pintar la casa

Los expertos aconsejan aprovechar el fin de la primavera y el inicio del verano para dar una renovación de color y limpieza a las paredes del hogar.

Pasó el aislamiento y después de arreglar todas las pequeñas cosas pendientes en el hogar queda la parte que mejor se lleva con esta época del año: pintar las paredes y renovar los colores que quedaron apagados.

¿Por qué la mejor época del año? Así lo señalan los expertos en la materia, quienes sostienen que la etapa ideal para comenzar a pintar interiores y exteriores es a finales de la primavera y el inicio del verano, ya que hay condiciones de temperatura y humedad que influyen en el resultado final.

Es que, según recomiendan pintores, albañiles y arquitectos, no es recomendable comenzar la tarea de pintura si estamos en medio de temperaturas inferiores a 5 °C, pero tampoco si son superiores a 40 °C.

Asimismo, no es favorable comenzar a pintar si la humedad relativa es muy alta, es decir, superior al 70%. Algo que podría pensarse es que un día ventoso podría ayudar, pero, según señalan, eso solo seca la superficie y puede afectar el resultado final.

Así que cualquier día de sol con poco viento y baja humedad es el mejor para emprender la tarea de renovar la primera vista de la casa. Además, antes de comenzar a aplicar la pintura hay que lavar las paredes, así que un día cálido es ideal para arremangarse y empezar.

Pero la renovación del hogar no va a depender solo del factor climático, es importante acercarse a la pinturería y consultar con los expertos cuáles son las marcas y texturas más recomendables para cada caso.

No es lo mismo pintar un exterior que un interior, cada una tiene una particularidad diferente. Aun así, hoy existe la opción de llevar un “2 en 1”, es decir, un tipo de pintura especial que funciona tanto afuera como adentro.

Gustos y colores

Sobre la elección del color, más allá de los gustos personales de cada persona, hay algunos trucos que colaboran para generar otra disposición de los ambientes y su aprovechamiento.
Por ejemplo, pintar la pared de fondo de un tono más oscuro que las laterales genera que se separen y se genera un efecto visual que haga parecer ese espacio más ancho de lo que realmente es.

También, para “elevar” el techo, se lo puede pintar de un color más claro que las paredes, o directamente de blanco; si se le suma un acabado brillante, reflejará más la luz en esa habitación.

Además, a la hora de pensar en el color hay que evaluar qué tipo de luminosidad tienen los espacios. Si reciben mucha luz natural, se puede apostar por los tonos más intensos. En cambio, si llega poca luz, tal vez la opción más acertada sea pensar en colores claros.

En ese sentido, también hay que pensar cuáles son los que puedan ir bien con el resto de los muebles del lugar, si gustaría que se genere un contraste que llame la atención o si se prefiere mantener más o menos las mismas tonalidades.

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