cultura

Presencias siniestras

Es por Friedrich Nicolai que se sabe que en la cabaña de Messerschmidt se veía sorprendido por raras presencias y fuertes dolores.

El historiador austríaco Friedrich Nicolai, una de las pocas personas que lo visitaron en su guarida en 1781, dos años antes de morir, describió a un hombre raquítico y ermitaño que ya no aceptaba encargos y solo esculpía aquellos bustos de sí mismo. Además, se pellizcaba frente al espejo y gesticulaba estrambóticamente con el fin de forzar el rostro y de llegar a componer una incomprensible teoría de las proporciones que, según él, gobernaba el universo.

Es por Nicolai que también se sabe que en aquella cabaña solo había una cama, una pipa, una flauta, un viejo tratado italiano sobre el cuerpo humano y la mesa y el espejo donde trabajaba el escultor. Una de las confesiones que Messerschmidt le hizo al historiador fue que diariamente se veía asolado por presencias siniestras y dolores intestinales cada vez peores.

Finalmente, Messerschmidt murió el 19 de agosto de 1783. El dolor que lo comía por dentro lo venció antes de que pudiera revelar lo irrevelable. Nunca llegó a completar sus 64 cabezas. Nadie hasta ahora ha podido siquiera reunir las 60 piezas en un solo lugar. Lo curioso es que, aun inconclusa su obra, el Met, el Louvre y el Hermitage son capaces de pagar una millonada si les ofrecen uno de esos bustos.

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