SpaceX lanzó su megacohete Starship pero explotó antes del descenso programado
Fue el segundo vuelo no tripulado de prueba de la empresa privada aeroespacial SpaceX.
El ambicioso segundo vuelo de prueba de la nave espacial no tripulada Starship de SpaceX, reconocida como una de las más poderosas jamás construidas, experimentó una serie de avances y contratiempos cruciales antes de perder contacto con los ingenieros en tierra.
A pesar de que la misión logró alcanzar una altitud notable de alrededor de 145 kilómetros sobre la Tierra, superando los desafíos que enfrentó el lanzamiento anterior, no se cumplieron todos los objetivos previstos por la compañía de Elon Musk.
El momento clave del vuelo se produjo cuando las dos partes del cohete se separaron exitosamente, marcando un hito respecto al vuelo inaugural. Sin embargo, la situación cambió abruptamente cuando el propulsor inferior explotó tras su separación, un evento que, aunque no representaba una amenaza crítica, generó preocupación.
Los problemas aumentaron cuando se perdió contacto no solo con la sección inferior, sino también con la sección superior, conocida como el "barco". Este desenlace, tras un despegue que parecía prometedor, desencadenó una búsqueda exhaustiva de datos y análisis para comprender los motivos detrás de esta pérdida.
El lanzamiento anterior en abril había terminado en una espectacular explosión apenas cuatro minutos después del despegue desde Texas, debido a una pérdida de control de la nave. Los fragmentos del cohete, que se elevaba a una altura de 120 metros, cayeron en las cercanías del Golfo de México.
El equipo de SpaceX, ahora con la tarea de revisar minuciosamente cada detalle del segundo vuelo de prueba, se encuentra en la incansable misión de identificar los fallos, resolver los problemas surgidos y prepararse para futuros intentos. Este contratiempo no ha disminuido la determinación de la compañía de avanzar en el desarrollo de esta tecnología espacial revolucionaria.