cultura

Una experta en el arte de perder

Elizabeth Bishop dejó una marca de su fuego en la poesía contemporánea.

Elizabeth Bishop estaba convencida que la literatura no era cuestión de género y se negaba a ser incluida en antologías de poesía femenina. Algunas feministas beligerantes la encararon: “Si fuera una poeta negra, ¿no aceptaría verse en una antología de poesía escrita por negros?”. Ella, que era lesbiana, contestó que le parecía poco feminista que las poetas quedaran confinadas al ghetto de “la poesía de mujeres”.

Nació en Wisconsin en 1911, a los ocho meses quedó huérfana de padre y, cuando tenía cinco años, internaron a su madre en un psiquiátrico y no volvió a verla nunca más. Fue criada por una tía y los abuelos maternos. Cuando tuvo 40 años se radicó en Río de Janeiro porque decía que los paisajes parecían dibujados por un niño. Pero lamentó que en ese país se dejaran morir las culturas locales en los pueblos del interior: “Tenían maestros de música y de danza, hacían muebles hermosos y levantaban hermosas iglesias y ahora están todos muertos y autobuses derrengados traen leche en polvo y bisutería japonesa y la revista Time”.

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