España: Sánchez negocia el cierre de una crisis de representatividad

El presidente despliega todas sus estrategias para intentar recomponer el proceso de descontento por parte de la ciudadanía que se inició en 2008.

El presidente en funciones del gobierno de España, Pedro Sánchez, despliega por estos días toda su habilidad para llegar a ser investido antes del fin de noviembre, con el respaldo de todos los partidos progresistas y de los independentistas, no solo para retener el poder, sino también para intentar recomponer el proceso que se inició en 2008 con la confrontación entre el gobierno central y las comunidades autónomas, que puso en crisis a los partidos políticos mayoritarios y que “sigue sin cerrarse”, según estimaron analistas.

A estas alturas, en España en general hay consenso en que el líder del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) tiene la habilidad y el pragmatismo necesarios para llegar a ser investido antes de que se cumpla el plazo constitucional, a fines de noviembre, pero nadie se anima a descartar que Sánchez no lo logre y haya que convocar a nuevas elecciones para el 14 de enero.

El que vería con buenos ojos el poco probable escenario de una nueva convocatoria a comicios es el líder del Partido Popular (PP), Alberto Núñez Feijóo, que tras la frustración de su fallida investidura ve allí su única posibilidad de llegar a La Moncloa antes de que se lo fagocite la interna de su propia fuerza, donde cada vez pisa con más fuerza la alcaldesa de Madrid, Isabel Díaz Ayuso.

“Este es un episodio más de la crisis estructural que comenzó en 2008, que puso en crisis las relaciones entre el gobierno central y las autonomías regionales, y también a los partidos políticos, y que permanece abierta”, señaló Patricio Gómez Talavera, que es docente de la Universidad de Buenos Aires e investigador en política europea.

Esa crisis fue la que dinamitó el sistema bipartidista que acordaron en el posfranquismo el PSOE y el PP, que derivó en la aparición de fuerzas menores, Podemos y luego Sumar, por izquierda, y Vox, por la derecha extrema, y luego en el actual escenario de gobiernos de coaliciones.

El último 26 de septiembre, cuando el rey Felipe VI le encargó a Sánchez formar gobierno tras el fracaso de Feijóo en el debate de investidura, comenzó a correr el plazo constitucional de dos meses para que el líder socialista consiga los respaldos necesarios.

Con esa fecha límite, Sánchez y otros dirigentes del PSOE empezaron a negociar en múltiples direcciones, unas para sostener la disciplina interna y consolidar acuerdos vigentes, y otras para activar las negociaciones con los partidos independentistas gallegos, vascos y, sobre todo, catalanes, ya que estos últimos son los que tienen la llave de su gobernabilidad.

Para David Lerín Ibarra, politólogo doctorado y profesor de la Universidad Complutense de Madrid, “aunque no lo va a tener fácil, finalmente Sánchez va a conseguir el respaldo de los independentistas catalanes, en parte porque ya están negociando la amnistía a los procesados por el proceso independentista de 2017, y porque hay sustento constitucional para ello”.

Pero las negociaciones se complican y amenazan con estancarse por el referendo independentista que los separatistas reclaman como condición sine qua non para respaldar con sus votos la investidura del líder del PSOE.

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