No cesa la represión en Birmania: ya hay 238 muertos desde el golpe de Estado

La junta militar continúa disparando contra manifestantes y deteniendo a estudiantes y periodistas, a pesar de la presión internacional para pacificar el país.

La cuenta de muertos en Birmania (República de la Unión de Myanmar) sigue creciendo a medida que la junta militar ­responsable del golpe de Estado del 1° de febrero continúa reprimiendo las masivas protestas populares en reclamo de la restitución de la democracia y la liberación del presidente electo, Win Myint, y de la líder popular y Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, arrestados por los golpistas el día que tomaron el poder.

Según el diario birmano The ­Irrawaddy, ya son 238 los civiles asesinados por el régimen desde que se produjo la toma violenta del poder. Siete personas murieron entre anteayer y ayer, entre ellas un adolescente de 15 años.

A las muertes de civiles debe sumarse la de un capitán de la Policía de 37 años que resultó fatalmente herido mientras reprimía una protesta estudiantil en Bago, el domingo pasado. La fuerza de seguridad pidió a servicios fúnebres de la zona que colaboraran con su funeral y entierro, pero todos se negaron.

Los números de detenidos por el ­régimen golpista también aumentan día a día. Ya son alrededor de 600 los estudiantes arrestados y al menos 18 los periodistas apresados por cubrir los hechos de violencia.

Todo esto sucede mientras se suman críticas internacionales a la junta militar, en pedido de la pacificación del país asiático. El viernes, el secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, expresó su enérgica condena a la brutalidad de la Policía y el Ejército birmanos. “La matanza de manifestantes pacíficos y los arrestos arbitrarios son inaceptables”, dijo Stéphane Dujarric, vocero de Guterres, y agregó: “Los militares continúan desafiando los llamados, entre ellos los del Consejo de Seguridad, para terminar con las violaciones de derechos humanos fundamentales y volver al camino de la democracia”.

Ese mismo día, cuatro diplomáticos birmanos asentados en París, Tokio y Roma se negaron a seguir trabajando para el régimen y se unieron al movimiento de desobediencia civil que se mantiene fuerte dentro de las fronteras del país.
El jueves pasado, la junta acusó de alta traición a Mahn Wïn Khaing Than, el vicepresidente del gobierno paralelo designado por un comité conformado por legisladores electos que no pudieron asumir sus funciones a raíz del golpe.

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