La falacia del relato económico

La presidenta defendió los “logros” de su gestión y felicitó al denunciado “recaudador” de impuestos, Ricardo Echegaray. Pero en su narración ficticia, olvidó hablar de los datos más preocupantes de la realidad. La opinión de los especialistas

Tanto perro faldero al lado de Cristina Kirchner. Tanto bigotudo aplaudidor de sus discursos. Pero ayer, mientras amplificaba los “logros económicos” de su gestión a través de la cadena nacional Nº 31, ninguno se animó a acercarle un diccionario que actualice el Relato K con palabras como recesión, inflación, crisis, pobreza, devaluación del poder adquisitivo, atraso cambiario, déficit fiscal o corrupción, siendo este, justamente, uno de los gobiernos con más sospechas delictivas en su contra.

Ojalá tuviera razón la presidenta cada vez que desde su púlpito enuncia jactancias; ojalá no omitiera verdades evidentes, reconocibles con apenas salir a la calle; ojalá no tuviéramos que ir a buscar los duros números de la pobreza a consultoras privadas (que la colocan en cerca del 30%) y ojalá, los pobres no superaran el 5%, como miente el INDEC. Cuánto más sano sería para la Argentina que el Relato no existiera, o que, al menos, se equiparara con la realidad, que el gobierno no necesitara recurrir a aforismos idílicos para enmascarar una coyuntura adversa.

“Todo el mundo protesta en este país. Pero está bien. Si no protestáramos, no seríamos Argentina”, se quejó la presidenta, mientras su cadena -una de las más bizarras que haya encabezado- coincidía con una nueva movilización del campo (Ver aparte), que salió a las rutas para protestar por la agravante situación de las economías regionales, asoladas en el interior del país y a las que el kirchnerismo jamás incluyó en su agenda.  

Contradicciones de una presidenta

Sin embargo, la primera mandataria se jactó por lo “importante” de su administración “en beneficio de la sociedad, de los que menos tienen”. Pero acto seguido, en una muestra de hipocresía sin escrúpulos, felicitó al cuestionado y denunciado titular de la AFIP, Ricardo Echegaray, por “los consecutivos aumentos en la recaudación”, sin aclarar que esas percepciones tributarias provienen, en su mayoría, del IVA y el Impuesto a las Ganancias, dos gravámenes que, en plena inflación, no son más que una carga para el bolsillo de los trabajadores.

“Me extraña que un gobierno que se dice progresista festeje el boom recaudatorio, producto de que en Argentina apenas se llega a un nivel de vida más o menos digno, de 10 o 12 mil pesos por mes, ya se paga Ganancias. Es un disparate. La contracara de esto, además, es que la pobreza no baja y la economía no crece hace dos años”, criticó en diálogo con Hoy el Dr. en Economía, José Luis Espert.

Sobre este tema, el exSecretario de Hacienda de la Nación, Manuel Solanet, afirmó a nuestro diario que “Ganancias es uno de los impuestos que más aumentó, porque entran a pagarlo sectores asalariados de ingresos medios; porque hay inflación y no hay ajuste en los balances de empresas. Entonces, no veo que tenga que enorgullecerse nadie de la situación fiscal, y menos exponerla como un logro del gobierno”.

Omisiones 

“Que te digan que tenés que pagar los impuestos no es presión tributaria. Es que tenés que pagar los impuestos porque tenés cosas”, dijo la presidenta en el mediodía de ayer, mientras más de un argentino se atragantaba en el almuerzo. Para Espert, todo “es parte de un relato disociado de la realidad. Poco importa lo que diga la presidenta. Todo lo que dice es mentira; siempre habla de cualquier cosa, menos de lo que ocurre realmente”.

En el mismo sentido, Solanet, explicó que “cuando se compara la recaudación con los índices de inflación, el aumento que festeja el kirchnerismo es insignificante. El déficit fiscal, que es lo que interesa, sigue creciendo porque el gasto crece a una tasa más alta que la recaudación; se financia con emisión monetaria, junto a fondos de la ANSES, de todos los argentinos, que no deberían ser destinados para ese fin; son temas muy graves y agudos que no pueden ser soslayados al hablar de la situación económica”.

Pero Cristina lo omitió, como también evitó hablar del atraso cambiario (la brecha entre el dólar oficial y el paralelo supera el 60%) “que afecta a las economías regionales, a las exportaciones argentinas; por enésima vez, olvidó mencionar la inflación, la crisis industrial”, enumeró el exSecretario de Hacienda.

Lo que no se dice, no se nombra y no se reconoce, no existe. Esas son las bases del Relato K y ayer, la presidenta que en poco más de cuatro meses deberá abandonar el poder escribió otro lamentable capítulo. 

Noticias Relacionadas