Miércoles de represión
Jubilados, curas y militantes sociales fueron reprimidos otra vez frente al Congreso. Gases, palazos y heridos bajo el protocolo de Patricia Bullrich.
Una vez más, la marcha de jubilados frente al Congreso terminó con represión. Como cada miércoles desde que Javier Milei asumió la presidencia, los manifestantes fueron atacados por las fuerzas de seguridad al intentar realizar su tradicional “semaforazo”, en reclamo de jubilaciones dignas.
El operativo, bajo el protocolo antipiquetes de Patricia Bullrich, incluyó golpes, gases lacrimógenos y detenciones. Esta vez, la violencia alcanzó también a integrantes de organizaciones religiosas. El padre Paco Olveira, de los Curas en Opción por los Pobres, volvió a ser agredido por la Policía Federal: fue empujado al piso y recibió un palazo en la cara. “Ya se están pasando, tiran a los ojos con maldad”, denunció tras la represión.
Otro herido fue Nicolás Caropresi, del Movimiento de Trabajadores Excluidos. Fue trasladado al Instituto Patria, donde recibió atención médica. Allí lo asistió personalmente la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que se encontraba en su oficina y bajó para solidarizarse.
Organizaciones de derechos humanos denunciaron al menos cuatro detenciones, aunque la Policía lo negó. El Comité Nacional para la Prevención de la Tortura presentó una guía para monitorear estos operativos, advirtiendo sobre el riesgo de malos tratos y violencia institucional. A pesar de los golpes, los jubilados y quienes los acompañan siguen presentes cada miércoles. Su persistencia denuncia no sólo el ajuste, sino también la brutalidad con la que el Estado responde a quienes se organizan y reclaman.