Milei redobla la ofensiva tras el nuevo revés legislativo

Luego del rechazo al veto a la Emergencia en Discapacidad, Milei habló ante empresarios con un discurso de victimización y defensa forzada de su gestión.

El traspié legislativo sufrido por el oficialismo en Diputados volvió a exponer las limitaciones políticas del gobierno de Javier Milei. Apenas un día después de que la Cámara baja rechace el veto presidencial a la Ley de Emergencia en Discapacidad, el Presidente eligió cerrar el Council de las Américas con un discurso cargado de acusaciones y sin autocrítica, frente a un auditorio de empresarios, inversores y dirigentes políticos.

“Antes nos aprobaban las cosas porque creían que iban a salir mal”, lanzó Milei, en alusión a los proyectos que durante los primeros meses de gestión contaron con el aval parlamentario. Ahora, tras la seguidilla de derrotas en el Congreso, el mandatario denunció que el kirchnerismo busca “quebrar el Estado nacional” y reinstalar la crisis económica.

En un intento por defender su gestión, Milei afirmó que “los crueles liberales sacamos a 12 millones de la pobreza” y aseguró que “la gente está ilusionada y la política aterrada”. La afirmación, sin respaldo estadístico y en un contexto de fuerte deterioro social, fue recibida con escepticismo incluso en parte del establishment presente en el Hotel Alvear.

Advertencias y acusaciones electorales

El jefe de Estado también anticipó la importancia de los próximos comicios. “Estamos en un momento bisagra, con la posibilidad de terminar definitivamente con el kirchnerismo”, sostuvo, y colocó la elección bonaerense de septiembre como el “último clavo al cajón” del espacio opositor.

En esa línea, Milei cargó contra el gobernador Axel Kicillof por haber desdoblado las elecciones en la provincia de Buenos Aires y acusó al peronismo de preparar un “fraude masivo” en los comicios. Habló de “urnas embarazadas, voto cadena y punteros comprando colegios”, en una escalada discursiva que encendió alarmas por el clima político que podría anticipar la campaña electoral.

“El 7 de septiembre es una fecha importante porque el kirchnerismo va a tirar todo ahí. Saben que se les acaba el tiempo”, advirtió, insistiendo en que la oposición intenta “detonar el orden macroeconómico” para desestabilizar al Gobierno.

El mandatario cerró su exposición reivindicando, aunque sin fundamentos, los “cimientos” de su plan económico y defendió la demora en levantar el cepo cambiario como una muestra de responsabilidad. Sin embargo, el telón de fondo de sus palabras estuvo marcado por la fragilidad de un oficialismo que no logra construir mayorías parlamentarias y que enfrenta un escenario adverso en la Cámara de Diputados.

La dureza de su discurso, en vez de abrir canales de negociación, parece ratificar la estrategia de confrontación permanente que caracteriza a su gestión. Tras la derrota en el Congreso, el Presidente optó por victimizarse y redoblar la ofensiva contra la oposición.

El resultado legislativo no solo fue un revés para la Casa Rosada, sino que también dejó al descubierto los límites de un estilo que apuesta más a la pelea mediática que a la construcción de consensos. Una apuesta riesgosa en un año electoral en el que el oficialismo apuesta su futuro inmediato.

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