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Aberrante: encontraron una aguja en el cadáver del bebé asesinado

Los forenses detectaron pinchazos en diferentes partes del cuerpo y mordeduras en el cuello. La víctima tenía 18 meses. Su madre y su padrastro, detenidos.

El bebé de 18 meses asesinado en una vivienda de Berazategui, crimen por el que detuvieron a su madre y a su padrastro, murió a causa de una “septicemia traumática”. Presentaba pinchazos con agujas en distintas partes del cuerpo, informaron ayer fuentes judiciales.

El resultado preliminar de la autopsia a León Aquino reveló que sufría maltratos prácticamente desde su nacimiento, al tiempo que los forenses extrajeron una aguja oxidada del cadáver. Ahora se harán peritajes complementarios para determinar si, como se sospecha, esa aguja provocó la infección que derivó en la septicemia. Los médicos, a su vez, hallaron mordeduras en la zona del cuello.

El bebé murió el viernes en el hospital El Cruce de Florencia Varela tras permanecer internado desde el 19 de septiembre, cuando ingresó con evidentes signos de golpes. Por esto, de inmediato los galenos radicaron la denuncia ante la Justicia, que dispuso la detención de su madre Yésica Aquino, quien le había dicho a una hermana suya que su hijo se había ahogado con leche. Su pareja Roberto Fernández fue capturada el sábado en Pontevedra, partido de Merlo, y ambos están acusados de “homicidio agravado por el vínculo, premeditación, ensañamiento y alevosía”. Semanas atrás, sus vecinos hicieron una denuncia por los malos tratos que recibían el niño y sus cuatro hermanos.

Moretones

En cuanto a los hermanos de la víctima, de entre 3 y 12 años, quedaron al cuidado de una tía materna por disposición de la Justicia de Familia.

“No queremos que los chicos vuelvan a manos de nadie que les pueda hacer daño, eso es lo que tenemos bien en claro”, dijo un familiar. A continuación, añadió: “Yo a mis hermanos los protejo a todos, pero lo que ella hizo (por la acusada) jamás en la vida se lo vamos a perdonar.”

Y concluyó: “Hasta que no pasó esto con León, nosotras insistíamos con los relatos de los chicos. Veíamos a los chicos a través de la reja, podíamos ver moretones, marcas. Los vecinos nos contaban cosas, pero no dejaba de ser nuestra palabra contra la de otra persona que decía que ahí no pasaba nada”.

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