El crimen del ingeniero, relatado por el testigo clave: “Fue un grito de desesperación”

Aclaró que ambas personas “estaban en un caminito como de ripio, de piedras color ladrillo” y recordó que “cuando forcejearon se levantó algo de polvo”.

El testigo clave que se involucró llamando al 911, y a partir del cual se pudo identificar, detener y ahora procesar a Isaías José Suárez como el presunto autor del asalto y asesinato del ingeniero civil Mariano Barbieri, contó que presenció el ataque luego de oír “un grito de desesperación”, que el criminal abordó a la víctima cuando estaba sentada con las piernas cruzadas y que en principio pensó que solo le había sacado el celular.

Así se desprende de la declaración completa del testigo central de esta causa, que es un vecino de Palermo que esa noche paseaba a su perro por la plaza Sicilia, ubicada en el cruce de las avenidas Del Libertador y Casares, y que a una distancia que calculó en “20 o 25 metros” vio toda la secuencia que culminó en lo que, luego se enteró, había sido el homicidio de Barbieri (42).

Al declarar primero ante la Policía de la Ciudad y luego ante la propia jueza de la causa, Yamile Susana Bernan, el hombre explicó que estaba “en el centro del parque” y “distraído usando el celular” cuando a eso de las 22.40 escuchó “un grito” y observó a “dos personas forcejeando, una como tirada en el piso y la otra a su lado, medio como en cuclillas”.

Aclaró que ambas personas “estaban en un caminito como de ripio, de piedras color ladrillo” y recordó que “cuando forcejearon se levantó algo de polvo”.

En ese tramo de la testimonial, el hombre aportó un dato que no se conocía y que está relacionado a que Barbieri, al ser atacado, estaba sentado en el parque, probablemente contemplando la luna, algo que unos minutos antes le había anunciado que haría a una amiga con la que había intercambiado unos mensajes de WhatsApp.

“La víctima estaba en el piso, sentada con las piernas cruzadas, y a su lado estaba el otro sujeto, como en cuclillas”, describió el vecino.

Aseguró que “poco después escuchó un segundo grito”, pero remarcó que “el primer grito que escuchó fue el más fuerte, como de desesperación o dolor, por lo que creía que en ese momento apuñalaron a la víctima”.

Alcanzó a ver que Barbieri “le sujetaba la muñeca al agresor como para defenderse” y que “mientras forcejeaban, ambos rodaron por el suelo, que después se separaron y que la víctima se levantó como sujetándose el pecho, y recién entonces pidió ayuda”.

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