Por Daniel Profe Córdoba

Historias de clásicos, recuerdos y la memoria de un Profesor

Tuve la estrella de nunca perder ningún clásico que dirigí contra el mejor Gimnasia de la historia que lo dirigía el maestro rosarino Griguol. Hoy todavía lo veo a cinco metros mío en la cancha, dirigiendo y tratando de ganar lo que nunca pudo conmigo en el banco.

Por Daniel Profe Córdoba

Increíble. Pasaron ya 30 años casi de clásicos en donde con la gente de uno y de otro se vivían fiestas en donde lo único que quien escribe pedía fuese en paz. Siempre y en cada clásico que dirigí a uno de los dos había algo importante en juego. O llegar al uno de promedio en dos meses habiendo arrancado con 0,40 como ocurrió entre noviembre y diciembre de 1995. O pelear los puestos de arriba de un campeonato o después de que se me vendió todo el plantel titular jugar con lo que se tenía, con lo que se podía y tratar de sacar un buen resultado o simplemente porque era un clásico. Siempre hubo algo importante en juego: de un lado el Maestro Griguol. Y del otro lado un humilde servidor que tenía mucho que aprender. Hoy, pasado el tiempo, me veo yo como Timoteo ya maduro y en el mejor momento de mi vida.

Tanto en lo personal como profesional realmente todo esto cobra magnitud cada año más teniendo en cuenta las carencias futbolísticas y económicas que tenía el club que dirigía quien escribe. En ese momento la opulencia futbolística que tenía mi rival y encima de ellos la eterna puja de Timoteo del Maestro Rosarino de poder ganarme un clásico ya era como un duelo personal. Pero bueno, tuve la estrella de poder no caer en ninguno y haber ganado dos. Son recuerdos imborrables pero como dije siempre y lo seguiré diciendo, aquel jugador que juega contra Boca o contra River, o un clásico, esa semana se entrena más. Esa semana se cuida más y en ese partido hace algo superior a lo que siempre realmente hace.

Yo creo igual que cada partido vale tres puntos. Hoy, con el paso del tiempo, siento que estoy viendo al Maestro rosarino a cinco metros mío. Me acuerdo, lo visualizo y todo cobra mayor valor sobre todo por el momento en esa etapa en que pasaban los futbolístico y en lo económico. Una institución y la otra hoy 30 años después todo es totalmente inverso. Se ha invertido la situación pero vuelvo a decirlo como lo dije siempre: son nada más que tres puntos y la fiesta debe terminar en paz.

Solamente hay que ir, disfrutar y lo que es más importante: ir y emocionarse porque la vida está hecha de momentos emotivos. Esos momentos emotivos son los que le dan sabor y los que le dan sentido al vivir.

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