por daniel "profe" córdoba

Los pingos se ven en la cancha y hay que demostrar todo lo que se trabaja

Se termina la primera quincena de enero y a los equipos de La Plata se les achica el margen de tiempo para levantar cabeza tras la derrota de Estudiantes ante Peñarol y el empate del Lobo con Instituto. La necesidad de mejorar rápido en la última parte de la pretemporada antes de la cuenta regresiva al inicio del campeonato.

Por Daniel “Profe” Córdoba

De qué sirve tener condiciones para hacer lo que sea (deportivas o no) de nivel muy bueno regulares o pocas si cundo llega el momento para demostrarlas no lo hacemos? De nada.

Hablando y hablando; escuchando y escuchando, con protagonistas de cualquier juego uno aprende y mucho. Formación asistemática que le dicen. A veces explícitamente y otras implícitamente se pueden arribar a muchas conclusiones.

Utilicemos el ejemplo de un dactilógrafo (escritor a máquina de otros tiempos). Esa persona, sin presión a la vista, es capaz de escribir en un minuto 100 palabras. Pero cuando se encuentra bajo presión o urgencia baja su rendimiento a 50 palabras por minuto. Y tenemos un colega suyo, de igual oficio que con o sin presión o urgencia, escribe siempre 60 palabras por minuto ¿con cuál nos quedaríamos?

¿A qué voy con esto? En el deporte y en la vida sirven los que, presionados o no, jamás modifican su rendimiento. ¿Por qué? Por saber que son confiables y nunca dejarán de serlo pase lo que pase o esté pasando por su interior y exterior.

Esos protagonistas o por su carácter (es genético y heredable) o por su personalidad (se va formando a medida que transcurre la vida), sea como, donde y con quien sea su compañero o rival, nunca nos sorprenderán con una inestabilidad e incertidumbre que desconcierte a propios y extraños.

Su rendimiento quizás jamás llegue a los 10 puntos, como así tampoco caerá a 2 o 3. Actitudinalmente esos son los que nos dan seguridad. Les toque enfrente Pelé o Juan Pérez. Jamás bajarán los 6 puntos porque si en algún ítem del juego o trabajo son superados, nunca se entregarán, y siempre encontrarán la forma o el modo para no ser superados.

En otras palabras: ¿el talento técnico, individual y del juego es básico para la alta competencia? Sí. ¿La condición física innata y/o entrenada? Sin dudas que sí.

Ahora, si desde el punto de vista grupal (ítem sociológico) o desde el punto de vista psicológico (carácter y personalidad) ese jugador en el momento de la verdad, o como decía Angelito Labruna “en el verde césped”, o como digo yo, “15.30 cuando toca pito el referí”, no pone su cien por ciento de lo que es capaz de realizar, aunque su máximo sean 6 puntos, ese jugador no es confiable ni lo será nunca para su entrenador o compañeros.

Puede ser por miedo inhibidor. Pero sea por lo que fuese sabemos que ahí o veremos un genio o jugaremos con uno menos y, salvo que hablemos de un superfutbolista, a ningún jugador le gusta jugar con uno menos.

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