por juan pablo ferrari

Naranja y media…

La Selección eliminó a Países Bajos en los cuartos de final de Catar tras una agónica definición por penales. Por cuarta vez, desde que se inauguró esta forma de disputa de los Mundiales en 1986, llegó a meterse entre los cuatro mejores del planeta. Un amor de fin de año que contagia en Argentina y en Catar.

COBERTURA EXCLUSIVA DOHA - CATAR 

Enviados especiales al Mundial 

POR JUAN PABLO FERRARI 

Noche mágica en Catar. Brasil había quedado eliminado y Argentina buscaba meterse entre los cuatro mejores de la Copa del Mundo. La mística de 1990 con Maradona y Goycochea, los duendes que acompañaron a los equipos de Sabella y una hinchada cada vez más grande y seguidora empujaron al equipo de Scaloni a dejar en el camino a los Países Bajos. Y también a darle un “golpe bajo” a la soberbia del entrenador Louis Van Gaal, quien antes del partido había declarado en contra de Messi y calificó a algunos países del mundo como de segundo nivel. En las manos de Emiliano Martínez en los penales, o en las corridas de Messi para dejar solo a un compañero delante del arquero rival, se reunió la noche mágica en Catar, que encontró a la Selección entregando un regalo anticipado de fin de año para todo el pueblo futbolero. El Lusail Stadium, lugar donde también se jugará el martes el partido contra Croacia por las semifinales, albergó a más de 50 mil hinchas argentinos (muchos de los cuales eran extranjeros con la camiseta de la Selección), para ver nuevamente protagonista a la Scaloneta. A diferencia de los otros partidos que le había tocado afrontar en la presente Copa, Países Bajos se animó a atacar en el primer tiempo y por momentos jugar de igual a igual. Una marca pegajosa a Lionel Messi y las limitaciones que mostraba Rodrigo De Paul para poder jugar, por la molestia muscular que lo había afectado en la semana, emparejaron las posibilidades para el equipo de Van Gaal, que de todas maneras iba a sufrir al mejor de todos: Messi se sacó del camino a un rival cuando se habían jugado 35 minutos del primer tiempo y luego de varios intentos logró dejar solo a Nahuel Molina para que, entrando en diagonal al área, definiera ante el achique del arquero rival. La hinchada argentina sufría y disfrutaba al mismo tiempo. Brasil se había quedado en el camino y la clasificación a semifinales se empezaba a encaminar. En la parte final, el equipo fue una orquesta, aún sin Di María y con De Paul a media máquina. Países Bajos intentó reaccionar pero apeló a las patadas y el juego sucio. Marcos Acuña, que jugó su mejor partido en la Selección Argentina, desbordó constantemente y fabricó un penal que Messi se encargó de transformar en gol. Faltaban 25 minutos y la clasificación parecía asegurada. Sin embargo, en una ráfaga de entusiasmo, Países Bajos descontó con un cabezazo de Weghorts y le puso suspenso al final del partido. El juez español Antonio Miguel Matheu Lahoz dio 10 minutos de descuento y a Países Bajos se le alargó el partido. Argentina pudo descontar, pero sin haber realizado muchos cambios hasta ese momento del partido, el equipo se fue estacionando en su campo y dejó venir al rival. En la parte final del descuento, cuando quedaba apenas un minuto por jugarse, el equipo de Van Gaal sorprendió en un tiro libre con una jugada preparada y desmoronó el castillo de ilusiones de la Selección. Otra vez Weghorts puso el empate y llevó el partido al alargue. Los holandeses sintieron el desgasta que habían hecho para llegar al empate y se tiraron atrás. Pegaron y hablaron. Hasta forcejearon con los jugadores de Argentina. Sin embargo, nada pudieron hacer ante las atajadas de Emiliano Martínez, quien desmoronó el temple del firme equipo naranja al contener las dos primeras definiciones. Messi no falló, pero fue Lautaro Martínez el que le dio el triunfo con el último penal de la serie que terminó clasificando a la Argentina por cuarta vez desde 1986 a las semifinales de un Mundial.

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