El amor en la pantalla chica: Yo me quiero casar, ¿y usted?

En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV argentina, diario Hoy recuerda en esta ocasión el show de Roberto Galán: el Tinder de los 90.

A finales de los años 90, las páginas web para conocer gente y los intercambios por correo electrónico eran un furor, como también las salas de chat donde las personas podían contactarse desde cualquier parte del mundo a través de una computadora. Así, con tan solo un click, podían empezar a interactuar según las salas temáticas, los espacios digitales de sus preferencias, entre otros. De esta manera, también había algunos abocados al encuentro amoroso, las charlas sexuales, entre otros.

Con el cambio de milenio, las nuevas tecnologías incluyeron otros soportes que permiten intercambios más precisos. Solo deben tenerse las aplicaciones descargadas en los teléfonos, las portátiles o computadoras de escritorio. Así, se pueden elegir las zonas, edades, y otras características de los candidatos.

Sin embargo, durante la época menemista, Roberto Galán fue pionero de los programas de citas. Condujo un show televisivo que unió a cientos de parejas, llamado Yo me quiero casar, ¿y usted? (1995). La entrega brindaba a las personas que asistían la posibilidad de contar sus historias de vida, expresar sus deseos y emociones, con el objetivo de conseguir pareja.

Siempre los paneles estaban integrados por tres mujeres y tres hombres que buscaban el amor o el noviazgo. Así, daban cuenta de los recorridos personales, visibilizaban las expectativas que tenía cada uno, con todas las miserias y fortalezas propias de la existencia humana.

Los concursantes eran personas comunes y corrientes que deseaban buscar a su media naranja. En este sentido, en vez de entregarse a una cita a ciegas o de esperar que los círculos íntimos les presentaran a otros, decidían transitar este camino inscribiéndose, yendo al antiguo canal 9, cuya propiedad aún era de Alejandro Romay; y ahí participaban del encuentro amoroso delante de las cámaras y a la vista de todos los espectadores.

Una vez que cada uno prestaba sus testimonios, las personas debían realizar una votación secreta, guardarla en un sobre lacrado y, para los últimos diez minutos, el conductor los tomaba, los abría y decidía si había coincidencia o no. Entonces, analizaba los resultados; y si las parejas se unían, también ganaban un viaje. Cuando sucedía esto último, Roberto decía “se ha formado una pareja”, dejando este dicho impreso en el imaginario popular.

“La gente mira el programa para enterarse de las historias de vida de las personas que participan. Los mueve la curiosidad de saber por qué está ese señor allí buscando una pareja. El participante cuenta su vida, sus penurias, cuenta qué piensa de la vida, de las mujeres y del futuro. Explica cómo ha sido su pasado y qué espera del futuro. Esos argumentos han llegado a superar a las telenovelas y también explican por qué las telenovelas están en decadencia mientras aumenta el auge de los talk-shows.”, dijo Galán sobre el éxito de este envío que marcó una época.

A finales del 2000, el conductor falleció luego de permanecer internado por dos meses. Posteriormente, fue reconocido por su trayectoria histórica como locutor de radio y televisión, y conductor de grandes éxitos.

En relación con su vida personal, Galán se casó en seis oportunidades y se convirtió en padre de una joven a la que bautizó como Florencia.

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